Trampa

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Verla usar la ropa que le había regalado lo hacía sentir orgulloso de sus elecciones. Su belleza natural se mantenía gracias al maquillaje ligero.

La vio salir de la habitación con un pantalón de tiro alto en color azul índigo, blusa blanca de seda en manga corta, zapatos negros con detalles dorados en la punta y un maletín negro de piel sintética. Además de collar de mariposa que usaba todos los días desde que se lo regaló.

Al llegar a la oficina, Rin lo puso al tanto del día anterior. Sesshomaru se sorprendió gratamente.

Él no era alguien que diera palabras de aliento. Aunque tampoco se preocupaba tanto por los demás, mucho menos le abría las puertas de su casa a cualquiera.

Cuando se trataba de Rin, todo eran excepciones.

—Hiciste un trabajo impecable. Gracias.

—Siempre puedes contar conmigo.

La felicitación no quedó en palabras. Rin recibió más tarde un bono por los dos clientes nuevos y un aumento de sueldo al tener más responsabilidades.

Ella estaba feliz. Sabía que no tenía que agradecer, pero estaba en su naturaleza.

Al llegar a la puerta de Sesshomaru olvidó por completo la razón de su visita. En el mueble que se encontraba atrás del escritorio estaba un portarretratos con una de las fotografías tomadas en navidad. Con el árbol lleno de luces al fondo, Sesshomaru vistiendo su camisa blanca y la bufanda roja que ella le tejió a mano, y Rin con su suéter de reno.

—¡Tienes una fotografía!

"Y estamos juntos" , pensó.

Sus ojos marrones brillaron con intensidad. Había un antes y un después en el hombre que tenía frente a ella.

¿A que iba? No tenía idea. Regresó a su oficina con la sonrisa de oreja a oreja.

[...]

Jaken llegó a la oficina de Sesshomaru. Llevaba consigo la información encontrada por Koga. Inuyasha llegó de prisa para encontrarse con ellos.

Sin rodeos, Jaken les compartió la información.

—Naraku se dedica a la venta de drogas, al parecer forma parte de las importaciones que le llegan por barco. Es un hecho, pero no hay pruebas.

Inuyasha apretó los puños.

—Necesitamos pruebas para poder hundirlo, ¿Cómo las vamos a conseguir?

Sesshomaru bufó como si la respuesta fuese de lo más obvia.

—Si quieres que alguien admita vender droga, debes comprarle droga. Lógicamente no vamos a arriesgar nuestra reputación ni seguridad. Koga puede montar un operativo oficial encubierto.

—Que ese imbécil sirva de algo — Resopló Inuyasha.

—¿Sigues molesto porque le gustaba tu novia? ¡Patético!

—Claro que no. Nunca tuvo oportunidad contra mi.

Sesshomaru rodó los ojos.

—Bueno, eso no me interesa. En cuanto tengas la perla de regreso voy a impugnar el testamento y recuperar lo que es mío.

Inuyasha gruñó sin tomar en cuenta el comentario. No tenía ganas de iniciar otra discusión. Al menos no en ese momento.

—No le dije nada de esto a Kagome.

—Debe mantenerse entre nosotros. No podemos involucrar a nadie en este asunto.

Involucrar a Rin en algo que implicaba drogas no era una opción.

Amor clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora