Amenaza

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Inuyasha adoraba comer ramen y tomar coca cola, a diferencia de su hermano que prefería la comida italiana y el vino tinto.

No le sorprendió que la invitara a comer a un restaurante cercano a la oficina hasta que le dijo la razón.

—Ayúdame a proponerle matrimonio a Kagome

—Ya se me hacía raro que me invitaras a comer... Espera, ¿qué?

Se llevó las manos a la boca por la sorpresa e Inuyasha se sonrojó. Una cualidad adorable en él.

— Lo cierto es que no tengo idea de que hacer, no soy bueno para estas cosas. De lo único que estoy seguro es de querer pasar toda mi vida a su lado – Dijo avergonzado – Mira, hice este boceto pensando en ella.

Le mostró una hoja donde se había dibujado a si mismo arrodillado, con un anillo en la mano y Kagome de pie frente a él sonriendo emocionado.

— Ya tienes tu propuesta, no podría ser más perfecta. Lo único que hace falta es tener un buen ambiente romántico. Para tu buena suerte he visto muchas películas y dramas.

El ramen llegó y ambos se dispusieron a comer mientras Rin pensaba en algún lugar donde hacer la propuesta.

—¡Lo tengo! Un restaurante está por inaugurarse el sábado. Solo tengo que pedir la ayuda de Sesshomaru para que nos dejen utilizarlo el viernes.

—Lo dejo en tus manos. Eres una gran amiga.

—No es gratis. A cambio debes enseñarme a conducir

—¿No sabes conducir? ¿Quién no sabe conducir en esta era?

[...]

Rin fue la encargada de llevar a Kagome al restaurante y asegurarse de que luciera preciosa con un vestido rojo de coktail.

Al dejar a Inuyasha proponiéndole matrimonio a Kagome, ya la esperaba Sango en un taxi para dormir juntas, ya que era tarde para que Rin regresara a su casa.

Se sentaron en la sala a ver la televisión, aunque la tenían encendida en una película al azar y prefirieron platicar para pasar el rato. Ninguna tenía sueño.

Entre la conversación, Sango le mostró a Rin algunas fotografías de Kohaku y sus padres. El tema fue tocado superficialmente. Hablaron de trabajo, de su tiempo en la universidad y de sus aficiones. Finalmente vieron una película y se fueron a dormir casi al amanecer.

[...]

Maldijo en voz baja al ver la hora. Estaba tan absorta en su trabajo que no había notado el paso del tiempo, realmente ella juraba que solo había pasado una hora, pero no, habían transcurrido casi tres desde que empezó a preparar esa presentación.

Sin falta empezaría por la mañana su búsqueda de un departamento compartido o tal vez uno propio para no preocuparse más por el horario del tren. Ya había ahorrado suficiente gracias al buen salario que le pagaba Sesshomaru.

Tomo su teléfono con la intención de enviar un mensaje a Kagome o Sango para quedarse a dormir en su casa. En ese momento se abrió la puerta y la hizo soltar un pequeño chillido por la sorpresa.

—Rin, vámonos

—Sí

Rin recordaba que Sesshomaru estaba en una cena de negocios, no tenía nada que hacer en la oficina a esa hora. Sonrió al imaginar que había regresado exclusivamente por ella.

Necesitaba dejar de ver tantas películas románticas, seguramente fue a otra cosa, la vio ahí y se ofreció a llevarla una vez más a su departamento.

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