Capítulo 4

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Ranma caminaba por las calles de la capital con mucha confianza. Ella sabía que llamaba la atención sea donde sea.

Tal vez era vanidad, pero también era muy consciente de la gran belleza que posee y eso era lo que más amaba de sí misma.

A veces era complicado. Si regresaba la mirada al pasado podía pensar en cada una de las cosas que pasó para llegar a donde está ahora.

Era un chico normal de dieciséis años que pasó muchas dificultades por culpa de su padre, de repente tenía la habilidad de ser un hombre o una mujer cuando le diera la gana. Terminó con tres prometidas y sinceramente, Akane era la más loca de todas.

Cuando las cosas empeoraron, su refugio prácticamente eran las dos muchachas. Si bien ellas deseaban ser algo más para el chico y algunas veces actuaron de forma impulsiva para estar junto a él. Fueron un pequeño soporte.

No supo más de ellas después de huir, no supo de nadie en realidad.

Era un experto en artes marciales, sabía técnicas y luchó con varias personas en su adolescencia por cosas estúpidas donde su vida estaba en riesgo.

Y ahora no quedaba nada más de eso.

Cuando entraba al Sensations, Ranma Saotome desaparecía y solo era Sumire, la linda niña que trabajaba como una puta más.

—¡Hola Mir! —saludó una de sus amigas, Sakura. Aunque se hacía llamar Kami en el trabajo. 

—Hey ¿Cómo van las cosas? —dijo ella con una sonrisa. El local estaba prácticamente vacío a excepción de quienes se encontraban limpiando las mesas, arreglando el bar o chicas que estaban practicando sus rutinas en el escenario.

—Kami no deja de joder desde ayer. —reclamó otra de sus amigas, Kiyoko. Ella también usaba otro nombre y ese era Yuko. —Dice que vio un chico lindo, pero que este la dejó plantada.

—¡Es verdad! Lo dejé en uno de los sillones para que viera mi presentación, pero cuando salí. Él ya no estaba.

Ranma analizó lo que escuchó, tal vez tenía una idea de qué chico estaba hablando Kami.

—No deberías molestarte por ello. —dijo la joven mientras arreglaba sus productos, casi siempre dejaba todo desordenado cuando llegaba la noche. —Así suele pasar con los clientes que no son habituales.

—Es lo que le dije, pero no entiende. —Yuko viró los ojos para retirarse con una funda de basura. —Por cierto Sumi, el jefe te estaba buscando.

Ella asintió para ir hacia la oficina del señor Baek. 

Cuando entró, él la saludó animadamente. Siempre la trató bien y era algo que le agradecía. Sabía por boca de otras personas que en lugares diferentes el trato era horrible.

—Entonces… ¿por qué me estaba buscando?

—Oh querida, ya sabes el motivo. —respondió él mientras le tendía una carpeta roja. —Solo lee la información que tienes ahí.

Después de explicar y aclarar ciertos detalles para no afectar el trabajo, ella salió decidida de la oficina y se dirigió nuevamente a su camerino para guardar con cuidado la carpeta. 

Durante la mañana y parte de la tarde no hacían demasiado. Yuko, Kami y ella pasaban molestándose por muchas cosas, con quienes salieron, qué tal estuvo la noche con ellos. Eran momentos divertidos y que apreciaba con todo su corazón. Ella jamás consideró ser una persona de muchas amistades, más bien, era fácil que la gente la odiara, pero con el par de chicas las cosas cambiaban. A pesar de que quería mucho a Kami (y a veces tenía pena de ella puesto que recién cumplió los diecinueve y ya trabajaba dos años ahí), solía llevarse mejor con Yuko así que a veces salían a comer juntas cuando la menor no iba o se dedicaban a practicar nuevos pasos.

Feather - Ranma y RyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora