Capítulo 11

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Después de aquellos eventos en el baño, decidieron no arriesgarse de esa manera nuevamente.

Pero su relación tan cercana no pasaba desapercibida ante los ojos de una persona de ahí, solo que prefería mantenerse en silencio hasta poder hablar con Ranma.

Yuko no era tonta.

De todas maneras, las cosas entre ambos se mantenían igual que siempre. Sexo casual (que era casi todos los días), bromas sin sentido y que Ryoga tuviera que estar pendiente de que no vaya a hacer una locura cuando algún imbécil quería sobrepasarse.

Aunque para el chico lo más interesante de la rutina era el momento en el que regresaban al departamento. Podía alejarse un poco del ambiente cargado de Sensations y, de cierta forma, extrañaba sentir el viento en su cara cuando recorría los bosques.

A veces se preguntaba si Ranma extrañaba esas simplicidades de su vida antigua, pero luego observaba la sonrisa de superioridad que mantenía casi todo el tiempo y esas ideas cambiaban de dirección.

Claro que las cosas no siempre son felices o tranquilas.

Esa noche, ambos regresaban al departamento bastante agotados por las cosas de ese día.

Incluso si el agotamiento era una sensación presente apareciendo como un peso en sus hombros, no dejaban de molestarse entre sí.

—Deberías hablar con tu amiga. —dijo Ryoga con algo de incomodidad. —Creo que sospecha de nuestra relación.

—¿Amiga? ¿Hablas de Yuko? —Hibiki asintió. —Tal vez ya se haya enterado, es muy observadora. Pero no dirá nada. Nadie más se va a enterar del cerdo pervertido que eres.

El chico la miró con odio y le devolvió con un empujón una pequeña caja.

—¿Sabes qué? Quédate con tu regalo.

La pelirroja fingió sentirse ofendida y lo golpeó en las costillas.

—No es un regalo, son del uniforme que te da pereza usar como se debe. —reclamó observando la típica pañoleta que amaba usar de nuevo en su cabeza. —Solo ponte los malditos guantes de una vez. —Se los tiró a la cara mientras reía. —Además, el cuero no calienta demasiado, pero es mejor eso a que se te caigan las manos por el frío.

Ryoga se acercó a ella y pasó sus brazos por su cintura.

—Pero si ya tengo alguien que pueda calentarme.

La chica se volvió a reír y lo empujó a un lado.

—El invierno está cerca, idiota. —Se adelantó a pasos rápidos en el camino y lo regresó a ver. —Eres un cerdo.

Hibiki iba a quejarse cuando observó a alguien correr, aproximándose de forma peligrosa y solo pudo gritar al ver el cuchillo en sus manos.

—¡Cuidado!

Saotome a duras penas logró esquivar a ese hombre que buscaba abalanzarse contra ella. Agradece que sus reflejos sigan siendo buenos porque en otras condiciones, no lo hubiera logrado.

El hombre intentó apuñalarla debido a la desesperación del momento. No podía dejar que siga viva.

Ranma pateó con fuerza en su rodilla haciendo que tambalee y él aprovechó su ubicación para clavar el cuchillo en su pierna, fallando por la falta se precisión. Entonces, Ryoga apareció a su lado y empujó al desconocido lejos de la chica.

Él se levantó con dificultad, pero el chico no le dio tiempo para hacer algo más y agarró su muñeca con fuerza haciendo que soltara el objeto, con su mano libre lo tiró del cabello para estampar su rostro contra el piso y al fin, noquearlo por el impacto.

Ambos se miraron con la respiración agitada.

—¿Estás bien? ¿No te lastimó? —Ryoga preguntó con preocupación mientras caminaba frente a ella y empezaba a observarla detenidamente.

Un corte superficial se podía ver en su pierna derecha, apenas logró lastimarla, pero aún así sangraba un poco.

—No es nada, ni siquiera duele. —Ranma negó con la cabeza, con sus manos sostuvo el rostro del contrario obligando a que vea sus ojos. —No vayas a exagerar. Sabes que soporto más que esto.

—Lo sé…

En eso, la chica pudo ver cómo el hombre que quiso atacarla se movía con lentitud queriendo sacar algo de su pantalón.

Una pistola.

Con rapidez, se alejó de Hibiki y golpeó esa mano haciendo que soltara el arma.

Ahora ella sostuvo esa pistola entre sus manos. Mirándola con cuidado y apuntó el cañón a la cabeza del hombre, su frente sangraba sin control.

—No sa-sabía que tie-tienes un perro faldero. —rió con dificultad. —Siendo a-así te mataba de una vez.

Ranma entrecerró los ojos, analizando la situación.

—No eres muy inteligente. —dijo con burla. —¿Quién te mandó a hacerlo?

Ese hombre volvió a reír.

—El karma te hará pagar tu crimen. Maldita zorra.

Un disparó.

Y luego silencio.

Ryoga miraba con asombro el, ahora, cuerpo inerte del pobre desgraciado que quizo atacar a Ranma.

Pensó que haría algo diferente. Pero…

—No tenías que asesinarlo. —Seguía atrapado entre el asombro y la crisis.

—¡¿Qué esperabas que hiciera?! —exclamó altanera, llena de rabia, con el enojo fluyendo por su cuerpo como un torrente salvaje. —Si no lo mataba hubiera regresado otro día. ¡No voy a morir hoy y peor a mano de estos idiotas!

Con el dorso de la mano con la que sostenía el arma, limpió su rostro. Algo de sangre le llegó a su mejilla por culpa del impacto.

—Vámonos antes de que alguien nos vea.

—¿En serio no tienes idea?

Ryoga seguía algo preocupado por lo acontecido minutos atrás, solo que ahora estaba en la cama junto a la chica.

—Ya te dije que no. —murmuró frustrada. Ya era la quinta vez que preguntaba lo mismo. —Está muerto, no va a suceder nada más.

—Eso es tonto, él parecía que quería cobrar una venganza. —Sus ideas iban de un lado a otro en su cabeza. —Y si no trabaja solo puede que alguien más quiera hacer lo mismo.

Ranma viró los ojos con desesperación.

—No va a pasar nada. Estoy bien. —Apretó las mejillas de Hibiki entre sus dedos. —Estamos bien.

La cercanía de sus rostros permitía que sintieran la respiración del otro y sus labios se atraían como un imán.

Incluso si pasaran todo el día besándose, siempre querría más porque era como una droga.

En esos instantes, su mayor deseo era besarse.

Y nada lo impedia de hacerlo.

Se aferraron al otro y juntaron sus labios en un beso lento, que buscaba transmitir tranquilidad y estuvieron así por varios minutos hasta que el sueño llegó y terminaron durmiendo en los brazos del contrario.

Pero Ranma sabía perfectamente que Ryoga no estaba haciéndose ideas equivocadas, porque ese estúpido no era nada más que uno de los mejores trabajadores del idiota que asesino.

De Rick.

Y si él fue a atacarla era porque los demás también se enteraron que ella es la culpable de su muerte.

Capítulo cortooooo, pero espero que sea de su agrado :D

Procedo a desaparecer un mes (broma, pero si quieren no es broma)

Feather - Ranma y RyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora