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Hyunjin no tuvo más opción que interrumpir su divertido cumpleaños por culpa de ese estúpido Demonio. Se excusó con Chan y le pidió que por favor volvieran a casa, que sus heridas ardían. Él accedió al momento y mostrándose preocupado por su condición, lo llevó de vuelta a casa mientras Hyunjin se hacía el dolido durante todo el camino. Cerró los ojos para fingir estar dormido y que Chan no lo atestara a preguntas que pudiesen delatarlo.
 
—¿Estarás bien solo? —le preguntó una vez Hyunjin se acostó.
 
—Sí, tranquilo, sólo necesito descansar —mintió, tapándose con las sábanas como si aquella fuese una barrera para cortar la conversación.
 
—Mañana vendré a verte. Te compraré unos medicamentos para aliviar el dolor. —Dijo, acercándose a Hyunjin para palmear su cabeza. Hyunjin asintió con la cabeza, sin agregar nada más a la conversación para que se fuera pronto.
 
Cuando Chan salió de su habitación y oyó la puerta ser cerrada, se levantó de inmediato. Se miró en el espejo que tenía enfrente: su aspecto era deplorable. Su cabello estaba grasoso y opaco por el sudor. Su cara se veía horrible con su ojo hinchado y la cinta en su pómulo. Ahora entendía por qué la gente en la calle y en el restaurant lo miraban con extrañeza: más que el dueño del coche parecía que se lo hubiese robado. Se rio de sí mismo, negando con la cabeza. Se quitó la ropa antes de ir a darse una ducha. La venda que Chan le había puesto tenía una ligera mancha a su largo, y las gasas en su espalda estaban teñidas con pequeños puntos rojos en el medio. Decidió que sólo se lavaría el cabello, sus heridas aún estaban demasiado frescas como para someterlas bajo el agua.

Una vez estuvo limpio, se cambió de ropa. Con cuidado se colocó la camisa, quejándose del ardor que emanaba de sus heridas cuando levantaba los brazos o el esfuerzo doble que debía ejercer debido a la tensión acumulada en sus músculos. Hacían días que no hacía ejercicio y aquello ya se iba notando en su estado físico. Se prometió que apenas se recuperara lo retomaría.
 
Con mucho cuidado logró ponerse el traje. Se echó una última mirada en el espejo, se abrochó el saco y se acomodó la corbata, y salió con el cabello bien peinado. Estuvo a punto de irse en transporte público hasta que recordó que tenía un coche nuevo. Se metió en su Lamborghini y la adrenalina hizo cosquillear su cuerpo cuando el motor rugió bajo sus pies. Salió del edificio con el GPS encendido.
 
Sonrió, contento por su regalo. Se imaginó a él usándolo en distintas ocasiones: en un viaje, en una cita, o mejor aún, en dirección al río con los criminales muertos en la maleta para desaparecerlos allí.
 
La pantalla que se desplegaba delante de él le mostraba hacia dónde debía de ir. Lo dirigió por una avenida y luego distintas calles más pequeñas, hasta que llegó a un barrio que él desconocía. Las casas tenían un aspecto sórdido, ningún alma pululaba a su alrededor. Hyunjin frunció el ceño, esperaba llegar a un lugar más elegante, como su casa o algo parecido. Pensó que se había equivocado de dirección, o en el peor de los casos, Felix lo engañó.
 
Gruñó al saber que la segunda suposición era la potencialmente correcta.
 
—Si este imbécil se le ocurre bromear conmigo... —masculló, apretando el volante con tanta fuerza que sus nudillos se emblanquecieron.

Aun teniendo el presentimiento de que haya sido engañado, no dejó de conducir. Las calles se hicieron más angostas hasta que se adentró en un callejón que lo dirigió a otro callejón que estaba rodeado de edificios viejos y abandonados. Se adentró en el que estaba enfrente suyo, un edificio abandonado que no había sido terminado de construir.
 
Se estacionó dentro, y chequeó dos veces si estaba en la dirección correcta. Según el mapa, sí. Según Felix... tal vez no. Se bajó del coche y le puso seguro, y caminó en dirección al sótano, la única puerta que estaba abierta. El olor a alcantarillado le provocó náuseas, tuvo que taparse la nariz con su saco para poder seguir andando.
 
Llegó hasta una puerta de acero, y algo dubitativo golpeó la puerta. Estuvo a punto de irse y llamar a Felix para llenarlo de insultos, hasta que al minuto después le abren la puerta. El mismo chico de anoche lo recibió, y Hyunjin no pudo evitar ponerse a la defensiva al verlo: ese chico no le agradaba.
 
Entró en la habitación y Sunghoon lo dirigió hacia otra puerta. Esta tenía seguridad biométrica, y tuvo que poner su dedo índice para reconocer su huella dactilar. Hyunjin lo observó todo, siempre a la defensiva porque con Felix jamás podía adivinarse lo que pasaría después. Había visto este tipo de seguridad en su oficina y también en ciertas bases de otras mafias, pero por alguna razón verlo en este lugar le hacía sentir que se estaba entrometiendo en algo que no debía.

𝗆𝖺𝗏𝖾𝗋𝗂𝖼𝗄 ˳🌱༄꠶ 𝗵𝘆𝘂𝗻𝗹𝗶𝘅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora