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¿Qué tan lejos se es posible llegar por un error? Pero no cualquier error, no aquellos pequeños, que apenas acarrean consecuencias, sino esos errores tan grandes, que te cambian la vida, que provocan un giro en ciento ochenta grados en nuestras vidas y que puede derivar a dos destinos: o la cima, o la ruina, o en el peor de los casos, la muerte.
 
¿Qué tan lejos se puede llegar, Hyunjin? Tú deberías saber la respuesta, ¿no? Ya que tomaste esa decisión. No te asustes, el error no está en ti. El error está en esa decisión que tomaste, aquella en la que, sin quererlo, llegaste al punto más alto, pero también al más bajo en toda tu vida.
 
Pero no, lamentablemente, Hyunjin no sabe la respuesta.
 
¿Y nosotros? Tampoco, y por eso estamos aquí para descubrirlo.
 
Si Hyunjin hubiese sabido que este error lo traería a funestas consecuencias lo más probable es que hubiese rechazado cualquier propuesta que se le presentase en su futuro cercano, quizás, si él hubiese sabido lo que se vendría no estaría a punto de atrapar al culpable de sus futuros problemas.
 
Pero somos humanos, y como tales, somos totales desconocedores de nuestro futuro y, por lo tanto, de las consecuencias de nuestros actos. Por eso a Hyunjin no le importaba nada más que cumplir con su trabajo, porque, además de hacerlo sentir como el ser más poderoso del mundo por unos instantes, debía cumplir con las órdenes si es que no quería ser echado a patadas a la calle. Aunque aquel hecho sería difícil de cumplir, porque Hyunjin era un adicto a su trabajo. No porque fuese un título interesante —un espía de la Policía de Investigaciones y Agencia Internacional— sino por lo poderoso que su labor lo hacía sentir.

Sentir su cuerpo tensarse cuando debía mantenerse sigiloso durante sus casos, o sus ojos mantenerse fijos en el criminal mientras le apuntaba con el francotirador desde las alturas, o la satisfacción que su organismo sentía cada vez que la bala que disparaba hacía explotar el cuerpo del criminal en sangre, escucharlo gritar, atraparlo e interrogarlo para, finalmente, encerrarlo tras una hedionda celda en la cual merecía pudrirse por el resto de sus días.
 
Era su parte favorita del trabajo; ver cómo esos criminales reciben su merecido. Y hoy, estaba a nada de repetirla por vez enésima.
 
—Objetivo detectado —dijo con una voz robótica a través de los manos libres que tenía en su oreja y el cual solía usar cuando se comunicaba con su equipo.
 
Dispara antes de que entre al coche —le indicó su jefe desde la otra línea, quien monitoreaba el trabajo de Hyunjin a la distancia—. Ten cuidado, debemos atraparla sin ser vistos por nadie.
 
—Entendido —dijo él, acomodándose en el piso y fijando sus ojos en la mira del francotirador.
 
La llamada luego terminó, dejando a Hyunjin en medio del silencio, en un estado de máxima concentración y adrenalina que sólo en su trabajo podía experimentar. Apoyó su abdomen en el suelo, y sus codos también, con los dedos de su diestra dentro del gatillo y su mano izquierda sosteniendo la parte inferior del francotirador, usándola para ayudarse a apuntar con mayor precisión. Se mantuvo quieto, esperando a que la criminal saliera de ese viejo edificio para proceder. Venía observándola desde hace semanas, esperando este momento durante todo ese proceso; el momento que más eufórico lo ponía.

Su corazón dio un vuelco al divisarla. La joven de cabello rubio y chaleco de piel salió del edificio con unos lentes de sol puestos sosteniendo una maleta negra entre sus manos, dirigiéndose al estacionamiento. Hyunjin esperó con diligencia, como un lobo esperando con furtividad al acecho de su presa.
 
Movió el francotirador en su dirección, y con su ojo derecho en la mira del arma, apuntó a su cuello tapado en collares de diamante. Esperó unos segundos, viendo como la chica sacaba las llaves de su coche, le quitaba el seguro, y justo antes de abrir la puerta y entrar, Hyunjin aprieta el gatillo, derrotándola en un segundo. El disparo no sonó, pero sí lo hizo el cuerpo de la criminal cuando se desplomó en el suelo.
 
Hyunjin sintió su adrenalina llegar a un auge, haciéndolo sonreír de la satisfacción. No la había matado, sólo se le había sido enterrado un dardo tranquilizante, porque la mejor parte del banquete venía después, sólo debía de esperar un poquito más...
 
—La criminal ha sido dormida. Podemos proceder —Apretó el audífono en su oído para retomar la llamada. Y sin esperar por una respuesta, mira a su alrededor, cerciorándose de que no hubiese nadie alrededor de esos edificios abandonados, y estando seguro de que estaba solo, procedió a ponerse de pie, acomodarse su uniforme, y bajar con el francotirador atado a su espalda para retirar a la joven de allí.







𝗆𝖺𝗏𝖾𝗋𝗂𝖼𝗄 ˳🌱༄꠶ 𝗵𝘆𝘂𝗻𝗹𝗶𝘅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora