Capitulo 2

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Aou terminó el trabajo de limpieza exactamente a las 7 de la mañana, una hazaña que lo hizo sentir increíblemente orgulloso. Desde que comenzó a trabajar en el servicio de limpieza de su tío Bank, había estado cronometrando el tiempo que le tomaba completar cada tarea. Hoy, sin duda, había roto su récord personal. No había sido una tarea fácil, pero lo había logrado justo a tiempo para llegar a la universidad.

Desde que llegó a Bangkok, la vida no había sido sencilla. Pagar sus cuentas era un desafío constante, y Aou se negaba a ser una carga para sus padres. A sus 20 años, tenía que cubrir la renta de su departamento, los gastos diarios de comida y los materiales de trabajo para sus clases, los cuales no eran nada baratos. Pero Aou era resiliente y estaba decidido a lograr sus objetivos sin importar las dificultades.

Mientras se despedía de su cliente, Aou recordó la primera impresión que tuvo al llegar. Cuando el joven abrió la puerta, Aou sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había algo en la mirada intensa de esta persona que lo había desconcertado momentáneamente.

—Gracias —dijo Boom, sonando sincero.

—De nada, señor. Si necesita algo más, no dude en llamarme —respondió Aou con su habitual sonrisa.

Recogiendo sus herramientas de limpieza, Aou se dirigió a la puerta. Mientras se despedía, no pudo evitar reflexionar sobre la extraña conexión que había sentido. Era inusual que un cliente dejara una impresión tan fuerte en él, pero había algo en la vulnerabilidad oculta detrás de la fachada dura de esta persona que lo intrigaba.

Una vez fuera del apartamento, Aou se apresuró a tomar el autobús hacia la universidad. La rutina matutina de viajar por la bulliciosa ciudad siempre le ofrecía un momento para reflexionar. Pensó en su familia en el norte de Tailandia y en cómo ellos siempre habían trabajado duro para salir adelante. Ese mismo espíritu de lucha era lo que lo impulsaba a seguir adelante a pesar de las dificultades.

Llegó a la universidad justo a tiempo para su primera clase. Aou estudiaba en la Facultad de Artes, un lugar donde podía dar rienda suelta a su creatividad y pasión. Sin embargo, mantener un equilibrio entre sus estudios y sus múltiples empleos de medio tiempo no era fácil. Tenía trabajos en un café, en una tienda de libros y, por supuesto, el servicio de limpieza de su tío. Cada empleo le enseñaba algo nuevo, pero también le recordaba lo mucho que tenía que esforzarse para alcanzar sus sueños.

Aou salió del edificio principal de la universidad después de su tercer periodo, con su mochila colgando  de un hombro. El sol de mediodía brillaba intensamente, proyectando sombras largas sobre el campus mientras los estudiantes se dispersaban para el almuerzo.

Al cruzar el jardín central, notó a su amigo Marc sentado en uno de los bancos, mirando su teléfono con una expresión de evidente cansancio. Aou se acercó rápidamente.

—Aou, ¿cómo haces para estar siempre tan lleno de energía? —preguntó Marc, levantando la vista.

—¿Qué te pasó anoche? Te ves muy mal —dijo Aou, preocupado.

—No quiero ni hablar de eso. Salí con unos amigos y la noche se nos fue de las manos. Apenas dormí unas horas —respondió Marc, frotándose el rostro con las manos—. Y todavía tengo que asistir a todas mis clases hoy.

—¿Qué te parece si después de clase vamos juntos a la cafetería y te invito un café? Seguro te ayudará a mantenerte despierto y recuperar energías —propuso Aou con una sonrisa.

Marc agradeció con sinceridad: —Gracias, Aou. Eres un buen amigo —dijo mientras se levantaba de su asiento y apoyaba la cabeza en el hombro de Aou.

Durante el día, mientras asistía a clases y trabajaba en sus proyectos, no podía evitar que su mente volviera una y otra vez a los ojos que vio esta mañana en el cliente. Había algo en el joven que le recordaba a una obra de arte incompleta, llena de capas y matices que esperaban ser descubiertos. Aou se preguntaba cuál sería la historia detrás de esos ojos intensos.

Al terminar las clases, Aou salió del aula. Su primer pensamiento fue encontrar a Marc y asegurarse de que recibiera el café prometido. Se dirigió al edificio donde sabía que Marc tenía su última clase, y esperó pacientemente en el pasillo.

Poco después, Marc apareció, luciendo un poco más despierto pero todavía claramente agotado. Aou lo saludó con una sonrisa cálida.

—¡Marc! Vamos a la cafetería donde trabajo. Te invitaré un café como prometí.

—Gracias, Aou. Realmente necesito ese café —respondió Marc con una sonrisa agradecida.

Los dos amigos caminaron juntos hasta la cafetería. El sol de la tarde empezaba a descender, y la zona se llenaba de la vibrante energía de la vida universitaria.

Al llegar a la cafetería, Aou saludó a sus compañeros de trabajo y se dirigió directamente al mostrador.

—¿Qué te gustaría, Marc? —preguntó Aou, con su habitual entusiasmo.

—Un café grande, por favor. Necesito toda la cafeína que pueda conseguir —bromeó Marc.

Aou sonrió y se dirigió a la máquina de café, preparando la bebida con habilidad y rapidez. Pronto, un humeante café grande estaba listo para Marc. Aou lo pagó y se lo entregó a su amigo.

—Aquí tienes. Espero que te ayude a recuperar algo de energía.

Marc tomó un sorbo, disfrutando del calor y el sabor reconfortante.

—Gracias, Aou. Eres el mejor. Esto es justo lo que necesitaba.

Mientras trabaja, Aou no puede evitar lanzar miradas hacia su amigo Marc, que está sentado en una mesa cercana disfrutando del café. Aou lo observa con una mezcla de preocupación y cariño, notando los signos de cansancio en su rostro y la manera en que se apoya en su silla, evidentemente agotado.

Aou es un excelente observador, y mientras prepara un cappuccino para otro cliente, no pierde detalle del estado de ánimo de Marc. Su sonrisa se suaviza un poco, mostrando una empatía sincera. Aou sabe que Marc ha tenido una noche difícil y está decidido a hacer todo lo posible para levantarle el ánimo.

Cada vez que tiene un momento libre, Aou se asegura de hacer contacto visual con Marc, ofreciéndole una sonrisa alentadora o un gesto amigable, como levantar el pulgar. La conexión entre los dos amigos es evidente incluso en esos breves intercambios. Aou, con su energía positiva y su naturaleza servicial, busca constantemente formas de hacer que Marc se sienta mejor, ya sea a través de una bebida perfectamente preparada o simplemente con su presencia tranquilizadora. Y aunque esta al pendiente de Marc y su trabajo, no puede evitar que su mente vuelva una y otra vez al cliente de la mañana. Es un pensamiento recurrente que surge cada vez que su atención se desvía de sus tareas cotidianas. Con la máquina de espresso en marcha y el aroma del café llenando el aire.

Mientras prepara una bebida, Aou mira a Marc, quien parece estar disfrutando de su café y las galletas. —Todo bien por aquí, Marc? —pregunta Aou, intentando centrarse en el presente.

—Sí, gracias. Este café es justo lo que necesitaba —responde Marc con una sonrisa.

Aou asiente, pero su mente sigue volviendo a los ojos del cliente y a las sensaciones que emanaron en su cuerpo esta mañana. ¿Volverá a verlo? ¿Podrá conocerlo mejor? Estas preguntas le rondan mientras sigue atendiendo a los clientes, su sonrisa nunca desapareciendo, pero su mente ocupada en un enigma.

Retrato // AouBoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora