Capítulo 20

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El sol comenzaba a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y anaranjados, cuando el avión privado en el que viajaban los chicos inició su descenso hacia la provincia de Rayong. Desde las pequeñas ventanas, podían ver cómo la luz dorada del atardecer bañaba las colinas y las plantaciones de frutas que caracterizaban esta región costera. El aterrizaje fue suave, y al tocar tierra, los motores se apagaron lentamente, dejando que el silencio del atardecer se apoderara del ambiente. Bajaron del avión uno por uno, siendo recibidos por una brisa cálida y salada, impregnada con el aroma del mar cercano y la fragancia de los árboles frutales que crecían por doquier.

Rayong, bajo la luz crepuscular, se mostraba como una provincia llena de vida y colores vibrantes. El pequeño aeropuerto local reflejaba la tranquilidad y sencillez de la región, y a lo lejos, las colinas cubiertas de vegetación se fundían con el cielo teñido de naranja y rosa, mientras el sol se desvanecía lentamente en el horizonte.

Un coche esperaba a los chicos en la pista, listo para llevarlos a su destino final. Mientras avanzaban por las carreteras que serpenteaban a través de la provincia, el paisaje tropical de Rayong se desplegaba ante ellos. Los campos de piña y las plantaciones de mango y durian brillaban con los últimos rayos del sol, mientras que las casas de madera, con sus techos inclinados, parecían fundirse con el entorno natural.

El vehículo los llevó hacia la costa, donde el mar se extendía como una inmensa lámina de plata bajo la luz del atardecer. A lo lejos, el coche avanzó por las tranquilas calles de Rayong hasta llegar a un hotel de lujo situado a orillas del mar. El edificio se erguía imponente, sus amplios ventanales reflejaban el último destello del sol, mientras las palmeras que lo rodeaban se mecían suavemente con la brisa marina.

Al llegar, un grupo de personas que trabajaban para Joss ya los esperaba en la entrada principal. Vestidos con uniformes impecables, los recibieron con una mezcla de profesionalismo y amabilidad, asegurándose de que todo estuviera en orden para su llegada.

—Bienvenidos, señor Wayar, señor Tharatorn, —saludó uno de los encargados, inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto—. Sus habitaciones están listas. Permítanme guiarlos.

Aou y Boom intercambiaron una mirada antes de seguir al encargado por el elegante vestíbulo del hotel, donde las paredes de mármol y las esculturas modernas destacaban el ambiente de lujo que impregnaba cada rincón. Subieron en un ascensor de cristal que les permitió ver el mar mientras ascendían hacia su suite. La vista era espectacular, y el sonido distante de las olas chocando contra la orilla comenzaba a hacerse más fuerte a medida que subían.

Finalmente, llegaron a la suite asignada para ellos. La puerta se abrió con un suave clic, revelando un espacio amplio y exquisitamente decorado. Los tonos neutros de las paredes y los muebles contrastaban con los vibrantes colores del mar que se podía ver a través de las enormes ventanas que iban del suelo al techo.

—Esta es su suite —dijo el encargado con una sonrisa—. Tiene vistas directas al mar y está equipada con todas las comodidades que puedan necesitar. Si requieren algo más, no duden en comunicarse con nosotros.

Aou y Boom entraron en la habitación, y ambos quedaron impresionados por la lujosa decoración y la amplitud del espacio. La cama king-size estaba cubierta con ropa de cama de la más alta calidad, y en un rincón, un sofá y una mesa de café ofrecían un lugar perfecto para relajarse. Pero lo que realmente capturaba la atención era la vista; el balcón se extendía hacia el mar, ofreciendo una panorámica perfecta del océano bajo el cielo que ya empezaba a oscurecerse.

—Esto es increíble —murmuró Boom, caminando hacia el balcón, donde el aire fresco y salado lo envolvió de inmediato.

Aou lo siguió, observando cómo las primeras estrellas comenzaban a aparecer en el cielo, reflejándose en la superficie tranquila del mar. Ambos sabían que los días siguientes no serían fáciles, pero en ese momento, la paz que emanaba de la vista y el sonido del mar les daba un respiro necesario después de todo lo que habían vivido.

Retrato // AouBoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora