CapÍtulo 18

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Aou observaba por la ventana de la camioneta cómo las luces de Bangkok se desvanecían en la distancia, transformándose en un tenue resplandor mientras la ciudad quedaba atrás. El vehículo avanzaba suavemente por la carretera, pero el sonido constante del motor, en lugar de ofrecer consuelo, acentuaba el peso del silencio entre ambos.  mantenía la mirada fija en el horizonte, como si intentara encontrar respuestas entre las luces que desaparecían, pero no podía evitar que su mente volviera al presente, atrapada en la creciente ansiedad que sentía.

Cuando bajó la vista, se dio cuenta de que Boom apretaba los puños con tanta fuerza que los nudillos comenzaban a enrojecerse. La tensión en el aire era tan densa que parecía envolverlos, casi asfixiante.

—¿Cómo te sientes? —rompió Aou el silencio, buscando los ojos de Boom con una mezcla de preocupación y necesidad de conexión.

Boom giró la cabeza lentamente, forzando una sonrisa débil mientras se mordía el labio inferior. Sus ojos, aunque intentaban mostrarse tranquilos, delataban el torbellino de emociones que luchaban por salir a la superficie.

—Sí, estoy bien... —su voz tembló ligeramente—. Solo... no sé qué esperar.

Aou, sintiendo su propio corazón acelerarse, extendió la mano hacia Boom, entrelazando sus dedos en un gesto que pretendía ser tranquilizador. Sin embargo, en su interior, la incertidumbre le corroía, preguntándose si realmente podía ofrecerle la calma que ambos necesitaban. Boom apretó suavemente la mano de Aou, y aunque el gesto parecía pequeño, en él se concentraba todo el agradecimiento por tener a su lado a alguien en quien confiar. Pero incluso ese contacto no lograba disipar del todo la tormenta de pensamientos que ambos compartían en silencio.

El camino hacia Kanchanaburi se extendía interminablemente ante ellos, como si el destino les estuviera dando una última oportunidad para reconsiderar lo inevitable. Con cada kilómetro recorrido, la ansiedad en el pecho de Aou crecía, apretándose como un nudo que le dificultaba respirar. Temía no solo por Boom y lo que implicaría enfrentarse a su padre. Sabía que las cosas se complicarían aún más antes de mejorar, y la inquietud lo consumía por dentro, haciéndole preguntarse si estaban preparados para lo que se avecinaba.

Finalmente, la camioneta se detuvo frente a una casa pequeña y solitaria en medio del campo. Aou sintió una mezcla de curiosidad y nostalgia al contemplar la estructura del lugar en el que había crecido Boom. La casa, aunque modesta, irradiaba una calidez que contrastaba con la tensión en el aire. Los colores de las paredes, ahora desvaídos por el paso del tiempo, sugerían que en algún momento ese lugar había sido vibrante y lleno de vida. Pero ahora, los tonos pastel estaban cubiertos por una pátina de polvo y desgaste, como un eco de lo que alguna vez fue.

Al bajar del vehículo, Aou se sintió abrumado por la serenidad que lo rodeaba. El silencio del campo, solo interrumpido por el canto lejano de un pájaro, le resultaba desconcertante considerando la tormenta emocional que sabía que se avecinaba. Sus ojos recorrieron la fachada de la casa, imaginando a Boom corriendo por ese patio cuando era niño, en días en que la vida era más simple y menos cargada de sombras.

Aou se acercó un poco más, observando cómo la naturaleza comenzaba a reclamar su territorio. Las enredaderas trepaban por las paredes, y el jardín, ahora descuidado, se extendía a su alrededor con un aire melancólico. Había una belleza triste en todo ello, como si la casa misma guardara secretos y recuerdos que solo Boom podría desenterrar.

Aou, Boom, Mike, Luke y Gawin se detuvieron frente a la casa de la infancia de Boom. El edificio, pequeño y sencillo, parecía haber resistido el paso del tiempo con una mezcla de melancolía y nostalgia. Los colores vivos que una vez adornaron las paredes exteriores ahora se habían desvanecido, dejándolas en tonos pálidos que reflejaban años de abandono.

Retrato // AouBoomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora