Capítulo 10

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El rosto de Hannah parecía aún más hermoso cuando dormía, su largo cabello claro desparramado en la almohada y su espalda.

La mirada de MinGyu viajó por su espalda desnuda hacia sus pálidas nalgas sin defectos y sus largas piernas.

Se veía tranquila, un aire de satisfacción sobre ella luego del sexo.

Él debería sentirse igualmente satisfecho. Pero no lo estaba.

—Vamos a pretender que nunca ocurrió —, las palabras de MingHao resonaban en su mente. — Olvidémonos de esto.

Los labios de MinGyu se contrajeron. Como si fuera probable que se olvidara de Hao volviéndose un estremecido desastre de deseo sobre su regazo. La fuerza pura de ese deseo, esa necesidad, había sido asombrosa. Había parecido incluso doloroso. Pese a haber sabido por semanas que Hao lo quería de ese modo, estaba el saber, y luego estaba el saber. Saber racionalmente que Hao lo deseaba era una cosa; habiendo visto la cara enrojecida, eufórica de Hao después de correrse -después de que él lo había hecho correrse- era completamente otra.

No sabía por qué no podía dejar de pensar en ello. No sabía por qué estaba francamente obsesionando con ello. Había hecho a un sinnúmero de mujeres correrse. Pero Hao... ver esa mirada en la cara de Hao lo golpeó de forma inesperada. Lo hacía sentirse incómodo, porque era algo increíblemente privado, algo que sólo se suponía que vieran los amantes, pero al mismo tiempo... le había gustado. Le había jodidamente gustado. Esa mirada obnubilada en el rostro de Hao presionó algunos botones extraños, retorcidos, profundamente enterrados en él que ni siquiera había sabido que tenía. Tal vez le había gustado porque fue tan increíblemente íntimo. Gyu sabía que era un egoísta bastardo cuando se trataba de Hao: siempre quería saber todo de él, cada uno de sus pensamientos y cada emoción.
Eso aún no explicaba por qué todavía estaba pensando en ello mientras que estaba en la cama con la mujer que amaba.

Suspirando, MinGyu estiró la espalda y cerró los ojos.

No fue como si repentinamente notara a Hao de ese modo. No lo fue. Aunque nunca se lo admitiría a Hao, MinGyu se había sentido un poco pervertido cuando masturbó a Hao. Se sintió como si estuviera tocando la polla de su gemelo. Pero la apariencia de felicidad pura y placer en el rostro de Hao... MinGyu no podía sacárselo de la mente, sin importar cuánto lo intentara.

Con una chingada.

MinGyu se frotó la cara. Sólo podía desear que lo que pasó ayer no volviera las cosas tensas entre ellos, más tensas de lo que ya estaban. Porque al fin del día, aún no hallaba una solución para el problema de Hao. En todo caso, el incidente había hecho evidente lo desesperado de la situación.
Suspiró.

Junto a él, Hannah se movió un poco.

—¿Por qué no estás dormido? —murmuró, poniéndole su mano en el pecho.

—No puedo dormir —dijo, sin abrir los ojos— ¿Sabes cómo es eso, cuando estás preocupado por algo, y te es imposible apagar el cerebro?

—¿Es por MingHao?

MinGyu abrió los ojos.

La encontró mirándolo, enroscando distraídamente un mechón de pelo rubio alrededor de su dedo. Era un tono más oscuro que el de Hao.

–¿Cómo lo supiste?

–Sé que no tienes problemas en el trabajo y nosotros estamos bien, por lo que sólo quedaba MingHao—Hannah lo miró con curiosidad—. No lo he visto por un tiempo, de hecho. Últimamente no me llevas contigo cuando se juntan.

MinGyu cerró los ojos de nuevo.

—No es mi secreto para contarlo —dijo. No le molestaría decirle a Hannah y pedir su opinión, pero en realidad, no tenía derecho a decirlo. A Hao no le gustaría que Hannah lo supiera; era demasiado orgulloso para eso. Se sentiría humillado si Hannah lo descubriera.

Por primera vez, se preguntó si Hannah consideraría al incidente de ayer como un engaño si le contara al respecto.

Descartó el pensamiento como poco probable. Hannah era muy sensible y comprensiva. Ella lo entendería, probablemente incluso sentiría pena por Hao. La idea lo horrorizó. No, él no querría que ella lo supiera. La piedad de Hannah destruiría a Hao.

—¿Puedo preguntarte algo? —dijo repentinamente con curiosidad pura en la voz.

—Claro —Se preguntaba que estaría haciendo Hao justo ahora.

—Promete no tomarlo a mal. Es una situación completamente hipotética.

Esperaba que el pequeño idiota no se estuviera culpando a sí mismo por lo que había sucedido ayer. Pero conociendo a Hao, eso era exactamente lo que estaría haciendo.

—¿MinGyu?

—Seguro, amor —dijo tardíamente—Lo prometo.

—Si MingHao fuera mujer, ¿sería tu novia?

MinGyu abrió los ojos y la miró. Percibiendo que ella no estaba bromeando, echó la cabeza hacia atrás y rió.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

Hannah sonrió.

—Una hipotética. Solo imagina a MingHao como mujer.

—No quiero que Hao sea mujer –dijo MinGyu.

—No estoy diciendo eso. Pero sígueme el rollo, por favor.

Riéndose, MinGyu lo hizo.

Frunció el entrecejo. La mera idea era... extraña. Se imaginó a la versión femenina de Hao con el pelo más largo y rasgos faciales más suaves -no mucho más suaves, ya que Hao de por sí era adorable para ser un tipo. Se imaginó a la mujer-Hao en su regazo, dándole esos necesitados, desvergonzados, besos. Necesitándolo, mojada por él.

—Es una ridiculez —dijo MinGyu con una corta risita, volteando a mirar la pared y trabando la mirada allí. Mierda.
Qué carajos.

—No eres divertido —dijo Hannah con un suspiro.

Si MingHao fuera mujer, ¿sería tu novia?

La pregunta de Hannah resonó en sus oídos y la respuesta se arremolinó en su cabeza, confundiéndolo más.

Porque inexplicablemente, la respuesta era sí.

—¿Por qué incluso lo estás preguntando? —MinGyu logró articular, con su mente acelerada.

Bostezando, Hannah apagó el velador y la habitación se oscureció.

—A veces me pregunto —Ella bostezó de nuevo—...no importa. Buenas noches, bebé.

—Buenas noches.

Cerró los ojos y aspiró aire entre dientes apretados, aún excitado, incrédulo y algo disgustado consigo mismo. Esto era enfermizo. Pensar en su mejor amigo con vagina debería haber sido gracioso, no excitante.
Cristo, Hao era como un hermano para él. ¿Podría el género realmente alterar tanto su percepción sobre él? O... ¿Era su vínculo con Hao menos platónico de lo que siempre había creído?

MinGyu descartó esa línea de pensamiento. No. Amaba a Hao como a un hermano. Ni siquiera podía pensar en Hao de ese modo, lo hacía sentir profundamente incómodo. Estaba enamorado de Hannah. Solo que el incidente de ayer le había desquiciado la cabeza más de lo que esperaba, haciéndole tener pensamientos extraños y enfocarse en cosas que no debía.

No importa que hubiera hecho si el género de Hao fuera otro. Preguntas hipotéticas del tipo "¿qué pasaría si?" no tenían sentido. Hao era hombre, y MinGyu no quería que fuera algo que no era. Sólo quería que su amigo fuera feliz.

No, necesitaba que Hao fuera feliz.

Porque la verdad era que, sin importar cuanto amara a Hannah, no sabía cómo ser feliz si no lo fuera también Hao.
Una parte suya lo resentía. Una parte suya estaba irritada por ello.

Pero no podía cambiarlo.

Hannah era su amor, pero ella no podía llenar el lugar en su corazón que había sido ocupado desde que un pálido muchachito, ridículamente elegante, se había pegado a él como si fuera un patito bebé y empezó a perseguirlo por todos lados.

MinGyu sonrió ante el recuerdo, una oleada de afecto obstruyendo su garganta.

—No voy a defraudarte —susurró en la oscuridad del cuarto. Hallaría una solución. Haría lo imposible por arreglar todo esto.

Cualquier cosa que fuera necesaria.

𝐉𝐁𝐂 |𝐆𝐲𝐮𝐡𝐚𝐨|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora