Cuando Flo al fin consigue su pasantía de ingeniería en Red Bull Racing, tiene la cabeza llena de expectativas sobre lo que sería su primer año en la fórmula 1, pero lo que no se espera es que le dejen a cargo al arrogante Max Verstappen, quien esco...
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Lo tenía claro, yo jamás me vendería. Pero una sensación dentro de mí insistía en pensar en todo lo que podría haber hecho con ese dinero. Aunque no nos faltaba nada, tampoco nos sobraba. Mi padre puso su propio taller mecánico hace apenas unos años, y el trabajo como enfermera de Susy solo nos cubría los gastos básicos. Con esa cantidad de dinero, podría haber saldado varias cuentas pendientes y darle un respiro a mi familia.
Hundí el rostro entre mis manos y suspiré, sabiendo que había hecho lo correcto, pero también permitiéndome soñar, aunque sólo fuera por un momento.
Habían pasado algunas horas desde que el estúpido de Max Verstappen había intentado chantajearme, y su rostro maquiavélico y su voz ronca seguían clavados en mi mente. Todo de él me repugnaba.
Ahora mismo estaba en la sala de ejecución, tratando de terminar unos planos que me habían encargado, pero no podía trazar ni una sola línea recta. Mi mente estaba demasiado ocupada con esos pensamientos.
A Nico le habían asignado el mismo trabajo, pero él parecía completamente concentrado.
Me despegué de la mesa y dejé el lápiz a un lado. Estiré mi cuerpo en la silla y observé a Nico.
Sus cejas estaban fruncidas en una mueca de concentración mientras se inclinaba sobre la mesa. Trazaba líneas meticulosas en el papel milimetrado, sus ojos no se despegaban del plano. Al mirarlo con detención no pude evitar pensar en las palabras de Kate y en el cómo pensó que nosotros éramos novios. Esa idea nunca se me había pasado por la cabeza. Nico es mi amigo, mi mejor amigo y no podría soportar que eso cambie.
- ¿Pasa algo?- Su voz me sacó de mi fija admiración hacia él.
Traté de actuar normal, como si hubiera estado mirando hacia otra dirección.
- No, nada. Es que... me está costando un poco.- Me excusé, bajando la mirada hacia mi dibujo.
- Puedo ayudarte.- Se ofreció.
Y antes de que pudiera responder, él ya se había levantado de su silla y caminaba hacia mí.
Se paró a mi lado, observando mis trazos con una mirada analítica.
- Es más fácil si usas la regla.- Sugirió, inclinándose para tomar el lápiz, quedando sobre mí, con su respiración tan cerca de mi cuello que podía sentirla.
Tragué en seco al notar cómo su cuerpo se ladeaba más hacia el mío. Pero mi corazón comenzó a dispararse cuando encajó el lápiz en mis dedos y posicionó su mano sobre la mía, guiando el trazo por el papel.
Su proximidad me estaba haciendo sentir incómoda, confundida. ¿Por qué estaba siendo tan... físico?
- Gracias, Nico.- Agradecí, intentando sonar casual, deseando que se apartara.
