6. Rising from the ashes.

399 34 2
                                    

݁ ⋆ ✶ ⋆ ݁

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

݁ ⋆ ✶ ⋆ ݁

De un momento a otro las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro, sin permiso. Me sentí estúpida, expuesta. Había caído en sus garras, exactamente como juré que no lo haría. Todo lo que había construido, todo por lo que había luchado, lo había arruinado. Mi carrera, mi futuro, todo se derrumbaba por culpa de un maldito capricho.

No podía dejar que nadie me viera en este estado. Necesitaba escapar. Me dirigí al baño, el único lugar donde podría recomponerme. Tenía que lavarme la cara, al menos recuperar algo de dignidad.

Pero al momento en que di la vuelta en el pasillo, Nico apareció de la nada, dándome un susto. Si ya estaba nerviosa, ahora la situación se volvía peor.

- ¿Flo? ¿Estás... llorando?- Preguntó suavemente, con esa genuina preocupación en los ojos, tan característica de él.

Pues claro que estaba llorando.

- No, estoy bien.- Respondí en un hilo de voz, casi inaudible, intentando apartar el rostro antes de que viera lo destruida que estaba.

Pero Nico no se dejó engañar. Acercó su mano a mi cara, con cuidado, como si yo fuera de cristal, queriendo ver lo que estaba ocultando.

En ese instante, algo dentro de mí hizo clic. El dolor y la desesperación se transformaron en rabia pura, una rabia que no estaba dirigida a él, pero que Nico tuvo la mala suerte de presenciar.

- ¡No me toques!- Gruñí fuertemente.

Mi tono de voz hizo que corriera su mano de inmediato. Me dio una mirada preocupada y parecía no estar entendiendo nada.

- Flo...- Susurró, intentando obtener alguna explicación.

- Necesito estar sola.- Le dije casi sin fuerzas, sin ser capaz de sostenerle la mirada. Estaba hecha pedazos, y no podía soportar que él lo viera.

Él no puso resistencia, es más, se hizo a un lado para que yo siguiera mi recorrido. No dijo nada más.

Caminé rápido hasta el baño, casi corriendo. Apenas crucé la puerta, el llanto que había contenido estalló sin previo aviso. Poco me importó si había alguien más allí; me acerqué al gran espejo y me desplomé. Las lágrimas caían por mis rojas mejillas, mientras me apoyaba en el lavabo con las manos temblorosas, dejando que toda la presión, todo el peso del día, se derramara.

Yo no lloraba. Jamás lloraba. Pero ahora no me reconocía. Me veía en el espejo y no sabía quién era esa persona. Max Verstappen me había hecho alguna especie de brujería, de alguna forma, había hecho algo conmigo, y ahora me sentía como una extraña en mi propia piel.

Abrí la llave del lavabo y dejé que el agua fría cayera sobre mis manos. La sensación era un alivio. Me mojé el rostro varias veces, esperando que eso pudiera calmarme, pero mi pecho seguía apretado. Llevé una mano temblorosa a mi corazón, intentando regular mi respiración. "Respira", me digo a mi misma, mientras mi abdomen se expande para darle paso a la respiración profunda.

I can fix him | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora