8. Donuts and more.

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Hasta las ganas de maldecir a Christian se me habían quitado. Ya no podía ni siquiera pensar con claridad.

La cinta de resistencia al rededor de mi frente tensaba todos los músculos de mi cuello al inclinar la cabeza hacia los lados. Estaba en el segundo y último entrenamiento del día, enfocado en la fuerza del cuello. Normalmente lo hago con más ganas, pero hoy no lo ameritaba. Ya había perdido la cuenta de las repeticiones. Sólo quería salir del gimnasio, encerrarme en la oficina y olvidarme de todo. Pero lucho por mantenerme concentrado y sacar el rostro de Florentine de mi mente. Soy consciente de que la presión del casco y las fuerzas G me pondrán a prueba, y si quería ganar el campeonato tenía que mantenerme con los pies en la tierra.

- ¿Estás listo?- Pregunta Checo, quien se pone al frente de mí, con las pelotas de entrenamiento de reflejos en las manos. Usualmente, luego de ambos terminar los entrenamientos físicos, nos ayudamos con los ejercicios de estabilidad y reflejos.

Suspiré, sacandome la cinta de la cabeza y dirigiéndome hacia Checo. Cuando supe que él sería mi compañero de equipo para la temporada, no tenía ni la más mínima intención de ser simpático o llevarme bien con él. No me gusta conocer gente nueva, tampoco me gusta ser hipócrita y fingir que estoy feliz con los cambios. Sin embargo, esta vez fue diferente, Checo es diferente. A comparación de mis últimos compañeros de equipo, Albon y Gasly, con Checo no tengo que fingir amabilidad, ni medir mis palabras. Eso no pasaba desde que Daniel era mi compañero. Su personalidad encaja con la mía, es más, la poca dosis de simpatía que tengo en el día, se la lleva él.

Veremos si será igual cuando comience la temporada.

Me acerqué a él, sin decir una palabra. Acomodó las pelotas color rojo en sus manos y esperó que yo me pusiera en posición para empezar.

Checo notó que estaba fuera de lugar antes de que yo mismo lo admitiera. Mis manos torpes apenas podían seguir las pelotas de reflejos, que caían al suelo cada dos segundos.

- ¿Qué onda contigo hoy?- Preguntó, levantando una ceja mientras me lanzaba otra pelota.- Estás en otro mundo.

Dudé por un segundo. No soy de los que se abren fácilmente, pero Checo... bueno, era Checo, y si alguien en este lugar no iba a usar lo que dijera en mi contra, sería él. Suspiré mientras atrapaba la pelota al borde de la tercera caída consecutiva.

- Es por la nueva pasante.- Terminé diciendo, apretando la mandíbula. Como si esas palabras me supieran a veneno.- Un puto dolor de cabeza.

- ¿Florentine?- Checo se giró, y me miró con curiosidad, mientras me entregaba las pelotas de color rojo. Ahora era su turno.

Lo miré con sorpresa. Al parecer, ahora todo el mundo la conocía. La pelota cayó de mi mano al suelo, pero Checo la atrapó al vuelo, con una sonrisa que no se quitaba ni bajo presión.

I can fix him | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora