9. The worst six dates.

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Max's pov:

La oficina de Christian se sentía incluso más fría de lo que era. Mi pierna se movía con la misma impaciencia de siempre, mientras miraba de reojo el enorme escritorio frente a mí, esperando que esto terminara rápido.

Lo que más me exasperaba no era el tiempo que perdía aquí, sino la respiración entrecortada de la persona sentada a mi lado. Florentine se removía en su asiento, girando las manos como si quisiera torcerse los dedos o algo así. A cada segundo, la tensión en su cara crecía, parecía a punto de colapsar. Como si este desastre no fuera enteramente culpa suya, pensé.

Solté un suspiro pesado, llevando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos por un segundo. No hacía falta repasarlo mucho; después de todo, yo no soy el que rompió la mesa de vidrio, ni el que saltó encima de alguien como una maldita pantera. No, ella misma me llevó a esto, y ahora aquí estoy, aguantando otra de sus... reacciones.

El ruido de la puerta cerrarse hizo que ambos pegáramos un salto. Las pisadas de Christian resonaban fuerte en la cerámica, y entonces dejé caer la espalda en la silla, esperando lo de siempre, un sermón inútil que seguramente ya me sé de memoria.

Christian tomó asiento en su silla de manera silenciosa, sin embargo, su cara demostraba el enojo que llevaba dentro, estaba tan rojo que juraría que alguien le había puesto un ají en el culo. La imagen me hizo querer reírme. Pero no lo hice. No ahora, con el verdadero peligro todavía aguardando al otro lado de la puerta: mi padre, quien probablemente esté a punto de arrasar con toda la fábrica en cuanto salga de esta oficina.

Miré a Florentine de reojo, pero aparté la vista enseguida. Ella parecía incapaz de levantar la cabeza o de mirar al frente. Si no estuviera tan ocupado aguantando las ganas de reírme de toda esta situación, le tendría un poco de lástima. Pero ni siquiera me molestaré en eso. Lo único que me mantiene algo calmado es saber que, con esto, su aventura en Red Bull probablemente llega a su final. Causar un espectáculo digno de un show de circo y luego romper una mesa de vidrio tiene que ser suficiente motivo para echarla de una vez.

Christian se aclaró la garganta, y por un segundo, me preparé para poner mi mejor cara de "sí, claro, entiendo."

- ¿En qué estaban pensando?

La voz iracunda de Christian resonó en toda la oficina, haciendo levantar la mirada de Florentine. Yo me mantuve en silencio.

- ¿Armar un lío en el lugar de trabajo de cientos de personas, que se esfuerzan todos los puñeteros días de sus vidas para darle lo mejor a esta escudería, y además, hacer añicos una mesa de vidrio? ¿Saben lo peligroso que es eso?

Su tono fue en aumento, con una pausa que claramente buscaba que alguien respondiera, pero ninguno lo hizo.

Bajé mi mirada al suelo, y me fijé en la pierna de Florentine que hacía un movimiento inquieto, y que además tenía una línea de sangre correr hasta su zapatilla. Un pequeño pedazo de vidrio se había incrustado en su piel, haciéndola sangrar. Probablemente ni ella se había dado cuenta.

I can fix him | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora