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Los omegas son dóciles y hermosos, cualquiera que tuviera la dicha de desposar a uno era envidiado por la sociedad. Pero también eran costosos y frágiles, por eso existía el censo socio-económico de alfas. Así se justificaba la existencia de la ceremonia de emparejamiento. No cualquiera merecía tener un omega.

No era novedad que las familias ricas adoptaran omegas pobres para subir su estatus social o político. Era normal comprar omegas, en pocas palabras.

Se hacía por su propio bien y Soobin lo consideró un golpe de suerte. No conocía omegas de su edad, su familia había dado descendientes alfas por décadas y el día que naciera un omega, decían, sería la misma emperatriz que llegaría a salvar el mundo.

Es por eso que siempre buscaron omegas puros y capaces de dar herederos fuertes, su madre por ejemplo, era el omega más hermoso que haya visto en toda su vida y que además pudo condensar en su vientre al alfa del más alto rango en la última década. Soobin admiraba demasiado a su madre y su dedicación para cumplir con su labor designada.

No podía desear menos de su omega. Por eso estudió muy duro por años, prestó mucha atención a sus clases particulares y a los consejos de su padre y tíos. Luchó para ganar una vacante en Alphaville y se esmeró en permanecer en el cuadro de honor. Su hermano lo hizo, su padre y abuelo también, y él no sería la excepción.

A diferencia de los omegas, los alfas eran seleccionados entre los postulantes para ingresar a la prestigiosa academia. Los omegas debían ser cuidados e incluso si eran impuros, casarlos con un alfa ayudaba a legitimar su existencia y su sangre.

No era secreto que la raza omega era la más impura de todas debido al holocausto sucedido hace años. La abundancia de omegas incapaces de soportar embarazos debido a los múltiples abortos inducidos en las casas de placer, la cantidad de enlaces hechos y desechos por los abusos, los hijos e hijas nacidas de betas solo debilitaron la raza omega hasta hacerla lo que era hoy. Para equilibrar ello debía de unirse a alfas fuertes bien entrenados.

Por el contrario, la casta alfa al experimentar casi una extinción completa, se mantuvo casi limpia por décadas debido al control de natalidad. Fue una ardua tarea lograr que los suyos sobrevivieran, recurriendo incluso a buscar un embarazo alfa que diera como descendiente asegurado un niño o una niña alfa. Todas fueron medidas necesarias.

Un omega nacido en la pobreza y adoptado por una familia rica era normal, pero un alfa nacido en los suburbios era un fenómeno poco común y degradante. Por lo que el gobierno justificó los métodos utilizados por años, con un solo fin: el bienestar, seguridad y desarrollo de la sociedad y del país.

Siendo esa la realidad, Soobin comprendió rápidamente el peso de sus decisiones y acciones. Dando siempre lo mejor de sí para llegar a donde estaba actualmente, sentado frente al omega más hermoso que haya podido imaginar.

Por el momento se limitaba a observar al omega existir con elegancia, Yeonjun observaba a su alrededor y analizaba su mesa, de seguro buscando que todo estuviera en orden, en ningún momento volvieron a cruzar miradas y Soobin sabía que debía ser el primero en hablar para comenzar con la interacción, era protocolo que el omega solo levantara la mirada cuando el alfa se lo permitiera explícitamente, de lo contrario sería mal visto y Soobin sabía de sobra que Yeonjun era por mucho el omega más correcto qué había visto. Aunque claro, no es que hubiera conocido muchos más que los de su familia, en ese caso, Yeonjun solo sería quien decían que era. Y eso estaba bien, porque él también procuraba ser quien esperaban que fuese, un buen alfa.

—Tus habilidades de baile son muy buenas —comenzó diciendo —es un gusto conocerte, Yeonjun, soy Jeon Soobin.

—Muchas gracias, alfa, es muy amable por reconocer mis habilidades sin haber presenciado todavía el baile que tengo preparado para esta ocasión.

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⏰ Última actualización: Jun 20 ⏰

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Bad Sad And Mad (soojun/YEONBIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora