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Esa mañana en particular sintió el ambiente muy lúgubre, en los pasillos abundaba el silencio y los rostros preocupados, la cafetería estaba casi vacía y el gimnasio abarrotado. 

Yeonjun se había levantado con muchos antojos de algo dulce, pero le fue negado tal gusto por las cocineras y en su lugar obtuvo una ensalada de frutas con granola y unos comprimidos de vitaminas. No era lo mismo, para nada. Sin embargo, era eso o morir de hambre y sentir el ardor del estómago pidiéndole comida era algo que odiaba tanto como el reflujo por comer cuando estaba demasiado lleno. 

En media hora sonaría su alarma para desayunar y el comedor seguía vacío, se preguntaba si tal vez había pasado por alto un comunicado del curso de 'Cuidado físico y personal', pues era el único que les pedía llegar a primera hora con el estómago vacío para su evaluación antropométrica de fin de mes. Lo cual era más que probable ya que de hecho se encontraban a casi nada de la ceremonia de emparejamiento y sus controles de peso y medidas eran más rigurosos. 

Al llegar al gimnasio se dio cuenta que, en efecto, habían programado una sesión para ellos, dejando de lado su desayuno tuvo que dirigirse a una de las filas a esperar su turno. A su alrededor, todo el mundo temblaba, murmuraba y hasta sollozaba. Entendía lo tortuoso que era enfrentarse a una balanza, para él también era un reto, no tan grande, pero continuaba siéndolo. 

Buscó con la mirada a Wooyoung, pero no lograba hallarlo, rogaba internamente que el rubio esté llegando tarde por quedarse dormido (algo ciertamente improbable) y que no lo vería en el baño, con lágrimas en los ojos y abrazado a sus piernas como un bebé. De solo pensar en esa posibilidad su estómago se encogía y su algo en su interior dolía.

Probablemente era el lazo omega-omega que habían formado luego de años de amistad, al que se negó al principio, pero que luego cedió porque simplemente sentía que era correcto. Cosas que su instinto omega le empujaba a hacer, pero con las que también estaba de acuerdo y le costaba aceptar.

Tenía que encontrar a su amigo pronto, la incertidumbre de no haberlo visto y las imágenes que su cerebro proyectaba hacían pesar su pecho. Más pronto de lo que imaginó llegó su turno, lo desvistieron tras un biombo y en apenas su camison ligero, se vio obligado a subir en esa balanza digital.

—Perfecto como siempre, joven Choi, siga así y es más que seguro que su alfa lo adorara como a nadie. Suerte en la ceremonia de emparejamiento. 

Oír sus resultados y ese comentario fuera de lugar trajo nuevos murmullos ajenos que prefería ignorar, se dejó medir y tallar sin decir una sola palabra antes de huir de ese lugar. Con el corazón latiendo a mil por hora, ya ni siquiera recordaba el envase de fruta en sus manos. Necesitaba despejarse y huir del ambiente cargado de estrés y sufrimiento, debía encontrar a Wooyoung y sacarlo de ahí. 

 No se queja de su aspecto físico, era envidiable. Cuando llegó a Omegaville lo primero que escuchó sobre él fue acerca de la dieta estricta bajo la que debía estar. Pero nadie se atrevía a preguntarle. 

Estaba seguro que nadie le creería que nunca hizo dieta, que se atiborraba de comida chatarra en su habitación mientras veía dramas y películas. Que incluso su hermana le envidiaba por la excelente figura que mantenía a pesar de "ser un cerdo" bajo sus palabras. 

Sus comidas en casa siempre fue cuidada por sus cocineras, pero nunca se le impidió comprar chucherías, incluso cuando su padre le advirtió que si se convertía en una bola de grasa se olvidara de ser amado por un alfa alguna vez,  nunca los dejó. Es más, esperaba que sí se convertía en una bola de grasa, dejaran de relacionarlo con un objeto perfectamente elegible. Pero nunca pasó. 

En cambio hubo un período de tiempo en el que se sentía culpable por todo lo que comía, entró en disonancia con lo que él pensaba, lo que su madre le repetía y lo que en su casa le decían. Llegó a odiar su cuerpo flacucho y huesudo, su piel pálida y sus uñas quebradizas; era feo y lo sabía, ni siquiera se reconocía y se consolaba pensando que así no sería enviado con algún alfa. 

Hasta que colapsó. 

Lo único bueno para él fue que su abuela estuvo a su lado durante mucho tiempo cuidándolo y que además perdió casi medio año en Omegaville. 

A esas alturas ya quería desaparecer y solo tener a su abuela a su lado le brindaba un motivo para continuar. 

Le costó recuperarse y obtener una figura saludable. Cuando volvió al internado lo único que recibió fueron frases halagadoras por su piel pálida y delgada figura sin saber que estuvo a punto de morir. Odiando demasiado todo hasta el punto de querer abandonar todo ahí. Estuvo demasiado irritable, se metía en problemas con los maestros y sus constantes recaídas fueron ignoradas, todos lo dejaban pasar y se hacían de la vista gorda porque el dinero de su padre actuó sobornando a todo el personal. Le aceptaban todo, siempre y cuando su prospecto de egresado ideal siguiera ahí. 

Solo tuvo un soporte y fue Wooyoung quien aunque no era muy cercano a él, le alcanzaba al menos un vaso de agua. Gracias al omega rubio conoció la olvidada oficina de Soporte estudiantil donde se ocultaba a llorar y la omega encargada lo calmaba y le enseñaba a volver a comer como a un niño, de no ser por ella ni siquiera podría volver a verse en un espejo. 

Era irónico que en Omegaville cuidaran demasiado la alimentación del alumnado. Incluso en sus clases de nutrición del año anterior recalcaron el hecho de la alimentación adecuada. 

Pero nunca nadie mencionó los desórdenes alimenticios como un problema de una sociedad que valoraba y criticaba en exceso el físico omega. Era un tabú.

Aquello también enfurecía a Yeonjun, su "omega perfecto" ni siquiera hubiera llegado a fin de año de no ser por Minatozaki Sana que fue parte de la olvidada y desarticulada área de apoyo estudiantil. 

Él ahora podía llegar a disfrutar de su comida, pero también podía ver cómo otros apenas tocaban el agua y corrían al baño. 

Por eso odiaba ese lugar. 

Estaba orgulloso de su cuerpo, de su físico, porque le costó mucho llegar ahí. Se sentía bien al ser halagado porque eso reforzaba la idea de que lo estaba haciendo bien. 

Pero ¿y los demás? Vio a Wooyoung querer caer y también le costó ayudarle, la presión social era tanta que en algún punto ya no sabía qué hacer y él también quiso llorar. Pero no se alejó de Wooyoung, incluso cuando lloraba por el ardor en su estómago y vivía de vitaminas comprimidas. Le tomó más de lo que esperaba recuperarse. 

Por eso odiaba la sociedad en la que vivía, le quitaron a su madre, le quitaron su esencia y casi se llevan a su único amigo. Si un alfa iba a decirle qué de su aspecto físico estaba bien o no, prefería vivir como un paria. 

Someterse a un alfa le causaba rechazo y estaba seguro que podría morir solo, para él estaba bien. Tampoco abandonaría la idea de que Min Yoongi vivió sus últimos días siguiendo sus propias palabras. Incluso sobreponiéndose a sus instintos de omega. Porque en su naturaleza podían estar presentes muchas necesidades primarias, pero depender de un alfa y su aprobación no estaba entre ellas. 

 

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Bad Sad And Mad (soojun/YEONBIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora