hug

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En el gran bosque resonaban los pasos pesados de dos cazadores, cuyo ritmo desigual apenas perturbaba el silencio natural que reinaba entre los árboles. A medida que avanzaban entre la espesura, los sonidos de sus pisadas se entremezclaban con el murmullo del viento entre las hojas y el suave crujir de ramas caídas.

—No entiendo todavía por qué Oyakata-sama nos envío a una misión juntos. No soporto tu cara de rata— El heterocromático fue el primero en alzar la palabra.

—...—

—¡Por Buda! ¿Sabes hablar?— recrimino al no recibir respuesta

—...—

—Joder, eres un caso perdido— Bufo molesto.

La misión era simple, tenían que ir al valle hanagaki que estaba a unos 45 kilómetros de distancia ya que habían rumores de un demonio que acechaba en las noches para llevarse a niños.
El manto de la noche se comenzaba a hacer presente, la luna salía de su sueño para comenzar su turno dándole descanso al sol. Pequeñas estrellas comenzaban a brillar antes de ser opacadas por la luz de la luna.

—Vamos llegando...— Hablo por primera vez después de cuarenta y cuatro kilómetros

—Vaya y yo pensé que te había comido la lengua el demonio.— Se burló por milésima vez, nunca perdía la oportunidad de hacerlo.

—mhj—

(...)

Al llegar a la aldea decidieron que era mejor tomar caminos separados para encontrar más información, en realidad, Iguro no quería estar cerca de Tomioka, nunca se había dado el tiempo de conocer al contrario ya que lo encontraba arrogante, su sola presencia lo molestaba.

Comenzó a caminar a paso lento mientras se arreglaba la katana para esconderla entre su ropa, para posteriormente ver a una chica que estaba hablando con lo que parecía ser su pareja ya que estaban tomadas de las manos. Por lo que fue decidido a preguntar si sabían algo.

—Hola, disculpe por interrumpir— Dijo el pilar de la serpiente tratando de sonar lo más tranquilo posible. —Me he enterado de que han estado habiendo desapariciones de niños en esta zona y con mi pareja estamos consternados y asustados por que le pase algo a nuestros hijos.— Mintió pero al decir pareja inmediatamente pensó en mitsuri haciendo que su mentira sea más creíble por su voz.

—Oh no se preocupe, son solo rumores que hemos escuchado con mi pareja pero se dice que en la noche se escucha un leve canto, al igual al de una sirena pero lo más extraño es que no atrae personas adultas, solo niños— Explicó la chica.

—Muchas gracias por la información, cuidense— Se despidio.

Después de decir eso, Iguro continuó su camino en busca de más información que pudiera serle útil. La oscuridad de la noche envolvía las calles solitarias, donde no se veía ni una sola alma. Iguro se sentía inquieto y frustrado, pensando en cómo avanzar en su investigación cuando de repente, en la distancia, divisó a un pequeño niño. El niño caminaba con la mirada perdida, dirigiéndose hacia el borde del bosque que se extendía al final de la calle.

El pequeño parecía ajeno al mundo a su alrededor, como si estuviera bajo algún tipo de trance. Iguro se apresuró a alcanzarlo antes de que se adentrará más en la oscuridad del bosque. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, notó que el niño no parecía asustado ni perdido, sino más bien determinado, como si hubiera sido llamado por algo o alguien desde las profundidades del bosque.

—¡Niño!— llamó Iguro, intentando no asustarlo pero al mismo tiempo captar su atención.

El niño se detuvo lentamente y volteó hacia Iguro, sus ojos oscuros brillando débilmente en la luz de la luna que se filtraba entre los árboles.

Days of pleasure (30 Otp)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora