ᴰᵒˢ

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Podía imaginar un sabor dulce que lo llenaba de calidez. Su novio realmente sabía hacer un té exquisito y estaba emocionado por probarlo.

-Toma -dijo el peliceniza, sentándose en la mesa mientras observaba cómo Kirishima admiraba su receta.

-¡¿Por qué está picante?! -El pelirrojo dejó el té en la mesa, tapándose la boca.

Bakugou solo sonrió, algo sonrojado, mientras Kirishima fue a tomar agua.

-Un poco de jengibre y tal vez un poco de salsa picante -respondió Bakugou, desviando la mirada.

-Bueno, definitivamente me sorprendiste -dijo Kirishima, recuperando la compostura y sonriendo de nuevo. Se acercó a Bakugou, dándole una suave caricia en la cara-. Eres único, Bakugou. Y eso me encanta de ti.

Bakugou se sonrojó ligeramente, pero mantuvo su expresión de confianza.

-Y tú eres un idiota por no estar preparado para algo tan simple como un té picante.

-Lo tomaré como un desafío para mejorar mi resistencia al picante -respondió Kirishima-. Pero la próxima vez, me avisas.

Bakugou y Kirishima se acercaron poco a poco, juntando sus labios. La habitación se llenó de un silencio, solo roto por el sonido de sus respiraciones. El mundo exterior se desvaneció y todo lo que importaba era el momento que compartían.

Cuando se separaron, ambos se miraron a los ojos, con una mezcla de afecto y comprensión.

-Sabes, podríamos hacer un trato -dijo Kirishima, rompiendo el silencio-. Tú me avisas cuando le pongas algo picante a la comida, y yo prometo sorprenderte con algo dulce de vez en cuando.

-Hecho. Pero no te acostumbres a ganar tan fácilmente. -Bakugou soltó una risa ligera.

Después de un rato, tras perderse en el cariño y los besos, se enfocaron en lo que habían venido a hacer: ayudar a limpiar el sótano de Mitsuki, algo que beneficiaría en un futuro a Bakugou.

Ambos chicos sacudían el polvo y acomodaban cosas. Aunque la mayoría de las cosas eran recuerdos que a Bakugou no le interesaban, Kirishima centró su atención en una caja con un montón de dibujos y unas grandes letras verdes.

-¿Qué es Deku? -preguntó, tomando y analizando la caja.

El peliceniza, al escuchar ese nombre, se dio la vuelta, algo sorprendido. Miró a su novio solo para luego, sin decir nada, volver a sus cosas.

-¿Puedo ver qué hay aquí? -preguntó aún curioso.

-Es un apodo que le di a un viejo amigo de la infancia -respondió, ignorando la pregunta de Kirishima-. Midoriya Izuku.

-¿El mismo Midoriya que conocemos? -preguntó Kirishima, sorprendido, mirando la caja.

-Revisa si quieres, me da igual -dijo Bakugou, acomodando otro par de cajas.

Al momento de abrir la tapa, se dio cuenta de un montón de cartas y dibujos. Lo que más le llamó la atención fue un dibujo dañado, armado como un rompecabezas. Un joven Midoriya y Bakugou juntos, sonriendo ampliamente. Alrededor del dibujo, había palabras escritas que decían "Mejor amigo".

-Nunca imaginé que tuvieras algo así guardado -comentó Kirishima.

-Son cosas sin importancia -frunció el ceño; al parecer no quería hablar de ello.

-Oye, ¿quisieras tomar un café después de esto? -dijo el pelirrojo, desviando el tema con una risa nerviosa.

-Está bien.

Continuaron limpiando en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Bakugou, aunque renuente a admitirlo, había sido sacudido por los recuerdos de su infancia con Izuku. Mientras tanto, Kirishima pensaba en la profunda conexión que alguna vez había existido entre ellos.

Caminaron juntos hasta una cafetería cercana, donde el ambiente cálido y acogedor contrastaba con el clima frío del exterior. Tomaron asiento y ordenaron lo primero que vieron.

Mientras esperaban, Kirishima no pudo evitar traer de vuelta el tema.

-Oye, Bakugou... sé que probablemente no quieras hablar de esto, pero ¿has pensado en reconectar con Midoriya? Parecía que eran muy cercanos cuando eran niños.

Bakugou frunció el ceño, claramente incómodo con la conversación.

-Mucho ha pasado desde entonces. Además, él siempre ha sido un idiota llorón.

Kirishima se inclinó hacia adelante, su mirada estaba fija en Bakugou. Suspiró, tomando la mano del rubio.

-Haz lo que creas correcto. En todo caso, estaré aquí para ti -terminó la conversación, guiñándole un ojo.

Bakugou asintió una vez más, sintiéndose agradecido por tener a alguien como Kirishima a su lado. Ambos tomaron sus tazas de café, disfrutando del calor reconfortante mientras continuaban compartiendo sobre cosas más ligeras. Aún no podían creer que habían empezado a salir hace cinco meses.

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Deku estaba parado frente a un espejo, viendo su uniforme. Estaba suelto. Sentía felicidad, pero luego centró sus ojos en sus mejillas. Un terror lo estremeció; tal vez no era tan delgado como Kirishima. Se sintió devastado. Su esfuerzo no había valido la pena. Sus comidas eran mucho más ligeras, restringía todo lo que le gustaba antes y había estado ejercitándose cada día después de clases. Después de todo, había bajado de peso, pero ese no era su cuerpo ideal.

Se dio la vuelta y se dejó caer en la cama, sintiéndose abrumado por la frustración. La presión de alcanzar el estándar de belleza que veía en otros parecía aplastarlo.

-No puedo seguir así -murmuró para sí mismo, sintiendo un nudo en la garganta.

De pronto, una idea resonó en su mente. "¿Ser como Uraraka? Vamos, ni que quisiera comer servilletas." Eso era, Uraraka sabía cómo poder alcanzar su estándar. Ella le enseñaría, no importa cuán duro fuera. Bakugou lo valía.

Pretty - BakudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora