¿Hermanos de sangre?

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Se escuchaba el llanto de un bebé... Los adolescentes estaban horrorizados... No querían un bebé... Así que una noche lo dejaron afuera de un hogar... Para después irse...

En la casa la mamá de Bill cantaba mientras cocinaba y Bill, de 4 años, jugaba con sus peluches. De repente Sarah la mamá de Bill, escuchó los llantos del bebé. Bill, confundido preguntó "¿Qué pasa, mamá?"

"Quédate aquí cariño. Voy a ver qué sucede" respondió Sarah, apagando el fuego en la estufa y secándose las manos rápidamente.

Se dirigió hacia la puerta principal preguntándose quién podría estar allí a esa hora. Al abrir la puerta, vio una pequeña canasta. Dentro, un bebé lloraba. Sarah miró a su alrededor, pero no vio a nadie en la oscuridad de la noche.

"¡Oh, Dios mío!" grito Sarah mientras se inclinaba para recoger la canasta. Llevó al bebé adentro y cerró la puerta con el pie. Bill la seguía de cerca, todavía aferrado a su peluche.

"¿Quién es mamá? ¿Por qué está llorando?" preguntó Bill, con los ojos muy abiertos.

Sarah tratando de calmar al bebé, le respondió "No lo sé Bill. Parece que alguien lo ha dejado aquí. Tenemos que ayudarlo."

Colocó al bebé en la mesa de la cocina y buscó rápidamente una manta para envolverlo. El bebé poco a poco comenzó a calmarse en sus brazos. Durante esos primeros días, decidieron llamar al bebé Axel. Bill quedó encantado con Axel y notó que tenía lunares blancos en su cabeza además de mechones de cabello de ese color. Siempre preguntaba por qué y le insistía a su mamá que se quedaran con él.

"Mamá, ¿por qué tiene esos lunares blancos en la cabeza?" preguntaba Bill, curioso.

"No lo sé cariño. Cada bebé es diferente. Quizás sea algo especial de él" respondía Sarah, sonriendo.

Bill adoraba estar con Axel, enseñándole a caminar a hablar o a jugar. Una noche, mientras intentaba enseñarle a hablar, Sarah le dijo con una sonrisa "Bill, Axel aún no puede hablar. Es apenas un bebé"

"Pero, mamá, ¡quiero que diga 'Bill'!" insistía Bill con entusiasmo.

Sarah se rió suavemente. "Lo hará, cariño. Pero tienes que tener paciencia. Pronto, cuando sea un poco más grande empezará a decir sus primeras palabras."

Una noche, Bill sujetaba las pequeñas mejillas rosadas de Axel y le dijo "Di 'Bill'. Vamos, no es tan difícil Axel. Di 'Bill'."

Axel solo lo miraba con sus grandes ojos y luego sonreía ampliamente antes de abrazar a Bill con fuerza.

Bill suspiró, pero luego se rió y abrazó a Axel de vuelta. "Te quiero, Axel. Pronto dirás mi nombre, lo sé"

Un día, mientras Sarah estaba ocupada en la cocina, Bill y Axel estaban en la sala. Bill, con la energía propia de su edad, corría de un lado a otro, seguido por un gateante Axel.

"¡Axel ven! Vamos a jugar con mis coches" dijo Bill, tomando uno de sus juguetes favoritos. Axel lo siguió, riendo.

Pero en su camino, Axel agarró una caja de galletas y comenzó a sacarlas una por una, esparciéndolas por toda la alfombra.

"¡Axel, no! ¡Las galletas no van en el suelo!" Grito Bill, tratando de recogerlas antes de que Sarah se diera cuenta.

Sarah, al oír el ruido, entró en la sala y vio a Axel riendo entre las galletas esparcidas. No pudo evitar reírse también. "Parece que alguien está haciendo travesuras" dijo levantando a Axel y besando su mejilla.

Pronto Axel creció y ya tenía 4 años mientras Bill tenía 8.

Bill, muy orgulloso de su hermanito, lo llevaba a la escuela presentándolo a todos como su hermanito.

Historias Entre Mundos-Bill kauliztDonde viven las historias. Descúbrelo ahora