𝐌𝐍 ¦ ❝ Esa mujer, esa maldita mujer. Está más cerca de los dioses que de los humanos. Camina sobre la tierra con el alma en el cielo y aun así... Esa maldita mujer, es mi mujer. ❞
𝐄𝐍 𝐃𝐎𝐍𝐃𝐄 ━━ Tennō Nanahito nació para morir y murió para viv...
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☇ Ser igual de brillantes es suficiente ❜
Octubre, 2005.
La víspera de Halloween era la favorita de Nanahito. El misticismo y la temática era interesante, y sinceramente, la época del año que más le gustaba. Las radios transmitían canciones acordes a las festividades y en la televisión sólo pasaban películas de terror, todas eran sus favoritas, pero en especial adoraba Scream de 1996.
Justamente, esa era la película que estaban viendo en ese momento en la habitación de Geto, aunque realmente cada uno estaba en algo diferente mientras la película andaba.
Geto practicaba con un nunchakus doble simple, no era una herramienta maldita como tal, pero recientemente la había adquirido y la llenó de su propia energía maldita; Gojo estaba sentado en la orilla de la cama, viéndolo mientras comía algunas golosinas; Shoko estaba sentada en la cama también, pero recostada en el espaldar y cubierta con las sábanas de Geto mientas tecleaba rápidamente en su celular.
Nanahito pensó que Shoko debía ser muy popular, porque todo el tiempo que estaban juntas su celular no paraba de sonar. Y ella estaba en el suelo, tomando fotos con la cámara nueva que logró comprar gracias a la última misión que tuvo junto a Satoru.
— ¡Ahh! —chilló Shoko, llamando únicamente la atención de Nanahito. —¡Lo conseguimos, Nana!
Esto último hizo que Gojo prestará atención a la conversación, pero sin dejar de mirar a Geto.
— ¿De verdad? ¿No me estás bromeando?
Nanahito dejó la cámara en el suelo y se levantó rápidamente. Geto apretó los dientes cuando vio que una de sus varas iba directo a la cara de Nanahito, pero no estaba asustado por ella, sino por él mismo. La vara se detuvo a cinco centímetros de ella, haciendo evidente el escudo de energía maldita que la rodeaba e inevitablemente, la vara salió expulsada al lado contrario, rompiendo la puerta de su ropero.
—Que molesta eres, Nanahito. —gruñó.
Ella lo ignoró por completo y saltó a la cama para quedar al lado de Shoko. Gojo tuvo que apartarse, porque desde que el último hermano de Nanahito había despertado su habilidad, se hacía demasiado obvio que no podían estar cerca el uno del otro.
—Las compraré enseguida, después me devuelves el dinero.
La pelinegra asintió repetidas veces y soltó un grito de alegría.
— ¿Qué compraron? —preguntó Satoru.
— ¡Entradas para el concierto de Buck-Tick! —chilló. —Estarán en Tokio el 5 de diciembre.
— ¿Qué tiene de interesante esa banda de chicos?
—Acabas de responderte. —dijo Shoko. —Son tan sensuales y románticos. —la muchacha se hundió en la cama con dramatismo, soltando un suspiro de amor.
