Melodías de Redención

7 2 0
                                    

Narrado por Fanny:

Han pasado varios días desde mi discusión con Leo. Empezó a ignorarme y a evitarme en los pasillos de la casa. Afortunadamente, ningún otro habitante ha notado esta tensión.

Hoy decidí no ir a trabajar para tomarme un merecido descanso. Cambié mis tacones por un par de botas y cubrí mi cabellera con un lindo sombrero. Bajé a la cocina, buscando entre las alacenas una canasta y mi juego de tijeras de poda. Luego me adentré en el jardín para cortar flores para la casa.

El jardín está hermosamente plantado y tenemos de todo, pero mis favoritas son los girasoles y el velo de novia. Corté todo lo necesario y unas cuantas rosas blancas. Al regresar a la casa ya eran alrededor de las 07:00 de la mañana. Empecé a cambiar las flores de toda la casa por las recién cortadas, incluyendo las de la habitación de Leo.

—¿Qué haces?—escucho a mis espaldas.

Giro para encontrarme con Leo recién salido de la ducha, con una toalla amarrada a la cintura y aún mojado.

—Disculpa, tenía entendido que cada mañana cabalgabas con Sebas, no creí que estuvieras aquí—me disculpo avergonzada.

—Hoy Sebastián no quiso cabalgar porque se sentía un poco mal—responde tranquilo.

—Te dejo para que te cambies.

Recojo mis cosas y salgo rápido de la habitación, sintiéndome mal. No quería dejarle una mala impresión de stalker.

Decido pasar el resto del día en mi habitación. El incidente con Leo me ha dejado un nudo en el estómago. Me siento en la cama, mirando la guitarra que he tenido guardada desde hace tiempo. La tomo en mis manos y, sin pensarlo mucho, empiezo a tocar.

La melodía que surge es suave y melancólica, reflejando mis sentimientos. Las palabras fluyen, formando una canción sobre equivocarse, arrepentirse y pedir perdón con miedo a perder a tu amor.

Cierro los ojos y dejo que la melodía me lleve

"Me equivoqué, lo sé, y ahora me arrepiento, 

El miedo me cegó y te herí sin intento. 

Perderte es mi temor, lo llevo en el pecho, 

Pero quiero arreglarlo, no quiero un despecho.

Perdón por dudar, por no ver la verdad, 

Te prometo que ahora veo la claridad. 

Si me das una oportunidad, Juro amarte sin dudar."

Las notas y las letras se entrelazan, creando una atmósfera que me envuelve. No me doy cuenta de cuánto tiempo ha pasado hasta que escucho un suave golpe en la puerta.

—Fanny, ¿puedo pasar?—es la voz de mi padre.

—Claro, papá—respondo, guardando la guitarra a un lado.

Él entra y se sienta a mi lado en la cama. Me mira con una mezcla de ternura y preocupación.

—Te escuché cantando—dice, con una sonrisa—. Es una canción hermosa, hija. ¿Es para Leo? Sebastián me dijo lo que encontraste sobre él y Laura y la discusión que tuvieron el día de la cena.

Asiento, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.

—Sí, papá. Me equivoqué con él y quiero que sepa cuánto lo siento.

Mi padre me abraza, dándome el apoyo que tanto necesito.

—El amor siempre merece una segunda oportunidad—dice—. Me gustaría escucharla en piano, ¿me complaces?

—Claro papá, solo dame un par de horas, estoy un poco oxidada.

Ambos salimos de mi habitación y bajo al gran piano. Paso la melodía al piano e intento hacer las partituras para no olvidarla, lo que penosamente me lleva un par de horas.

—Señorita Fanny, ya está la mesa lista para el almuerzo—me avisa Marta con una linda sonrisa en el rostro.

—Gracias Marta, ya voy—respondo.

Vuelvo a tocar la melodía al piano, dejándome envolver por la canción. Siento unos pasos acercándose a mí, lo que me invita a dejar el piano.

—Por favor no, amo escucharte tocar—dice Leo tras de mí.

Su voz me pone un poco nerviosa. Él lo nota y se acerca lentamente a mí. Siento su presencia a mi lado, el calor de su cercanía, y el aroma fresco de la ducha aún impregnado en su piel. Se sienta en el banco del piano, sus manos rozando suavemente las teclas mientras yo me hago a un lado, cediéndole un pequeño espacio a mi lado. 

—¿Qué tocabas?—pregunta, su tono suave y curioso.

—Es... una canción que escribí—digo, con la voz apenas audible. Mi corazón late con fuerza, temiendo su reacción.

Leo sonríe, sus ojos reflejan una mezcla de sorpresa y admiración.

—¿Puedo escucharla?—pregunta, sus dedos ya empezando a deslizarse sobre las teclas en un acorde suave.

Asiento, sin palabras, y empiezo a cantar.

Las notas del piano y mi voz se entrelazan en una melodía que resuena en la habitación, llena de emoción y arrepentimiento. Leo me mira con intensidad, su expresión se suaviza con cada palabra que canto. Termino la canción con un suspiro, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo.

—¿Tú escribiste eso?—le pregunto, aún asombrada por la belleza de su canción.

—Sí—responde—. Es sobre nosotros, sobre lo que pasó entre nosotros y como temí perderte

—¿Cómo se llama?

—Melodías de redención—Respondo avergonzada—y Es mi disculpa

Sin pensarlo, me acerco y lo abrazo, sintiendo sus brazos rodearme con fuerza. Es un abrazo lleno de emociones encontradas y el gesto que necesitaba para saber que me disculpaba por lo sucedido. Nos quedamos así, en silencio, dejando que la música y nuestras palabras no dichas llenen el espacio entre nosotros.

—¿Tocamos juntos?—sugiere Leo finalmente, con una sonrisa que ilumina su rostro.

—Me encantaría—respondo, sentándome a su lado en el piano.

Leo no dice nada por un momento, sus dedos siguen jugueteando con las teclas del piano, creando una melodía diferente, más alegre y familiar. Empieza a cantar con una voz suave y melodiosa, la canción que escribió para mí. Conocía la pieza a la perfección, así que lo relevé en el piano mientras cantábamos juntos.

Al terminar la canción, sutilmente acerca sus labios a los míos y, después de un tierno beso, me regala una linda sonrisa.

—¿Me perdonas? De verdad no fue mi intención herir tus sentimientos—me disculpo apenada.

—No te preocupes, bonita, no pasa nada—responde restándole importancia al asunto.

—Señorita Fanny, joven Leo—nos interrumpe Carolina, el ama de llaves—. Toda su familia está a la mesa y les gustaría que los acompañaran a comer—avisa en cierto tono severo.

Leo me ayuda a levantarme del banquillo y me acompaña al comedor. Al llegar, la sonrisa cómplice de mi papá me da su aprobación.

Tú, Yo & Una Noche De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora