Parte 8

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Cuando llega la noche, El JJ y su gente, incluyendo a Axel y Adam, se suben a la camioneta para ir al lugar donde negociarán las dos toneladas de cocaína. Mientras tanto, dos grupos de sicarios armados por El Mugre se preparan para salir y ubicarse cerca de la salida de la ciudad. Mientras están en camino, el líder del otro cartel, conocido como "El Guacho", llama a El JJ para darle las coordenadas del encuentro.

—JJ, te va a esperar en la salida de la ciudad un motorizado que te llevará a un galpón donde tenemos la mercancía —le indicó El Guacho.

—¿Por qué tanta desconfianza? Soy un negociador reconocido por todos los vendedores y nunca he tenido problemas. Necesito que mi gente sepa dónde estaré porque a ti no te conozco —respondió El JJ.

—Si quieres mi mercancía, las cosas se hacen como yo diga. Si no, se la vendo a otro —dijo El Guacho con firmeza.

—Está bien, Guacho.

—Solo piensa que tengo más que perder que tú —manifestó El Guacho.

—Entiendo —contestó El JJ—. Ya estamos en la entrada de la ciudad —agregó.

—Apaguen y prendan las luces tres veces y el motorizado saldrá para que lo sigas.

—Okey, Guacho, eso haremos.

La camioneta de El JJ era seguida por dos agentes especiales de la UTS, quienes iban a bordo de una moto con las luces apagadas. El motorizado enviado por El Guacho los condujo hacia un galpón a cincuenta kilómetros de la ciudad, cerca del mar. Al entrar al lugar donde los esperaba El Guacho, notan la numerosa seguridad, con muchos hombres armados con potentes armas. Al estacionar, se bajan de la camioneta y son recibidos por El Guacho.

—Bienvenido, JJ, un gusto conocerte. —El Guacho estrechó la mano a El JJ.

—Mucho gusto —respondió El JJ, extendiendo también su mano—. ¿Dónde está la coca? —preguntó.

—Tranquilo, ya te la muestro, JJ —dijo El Guacho mientras hacía señas a un acompañante—. Chulo, tráeme un paquete y una navaja.

El Chulo, mano derecha de El Guacho, se acerca con un paquete envuelto en film negro, lo corta y se lo entrega a El JJ para que pruebe el contenido.

—Se siente pura —dijo El JJ mientras probaba el producto—. Negociemos.

—Te gustó, ¿verdad? —preguntó El Guacho con aires de grandeza—. Si quieres más a este precio, entonces solo debes comprarme a mí.

—Eso habría que discutirlo bien —respondió El JJ.

Por otro lado, los dos agentes especiales que siguieron la camioneta de El JJ se encontraban escondidos en las afueras del galpón, desde donde podían ver y escuchar todo lo que estaba sucediendo. Al confirmar la situación, avisaron de inmediato a la UTS, y el teniente Rodríguez le dio las indicaciones y coordenadas al Grupo Tarea.

—Vamos saliendo de inmediato —indicó el sargento Simancas al teniente Rodríguez.

—Con las precauciones del caso, hay muchos hombres armados con potentes armas —informó el teniente Rodríguez.

En el galpón, la negociación continuaba. El Chulo abrió un contenedor que estaba sobre un camión grande, revelando una gran cantidad de paquetes envueltos en film negro.

—Mugre, trae el dinero —ordenó El JJ.

—Sí, señor —respondió El Mugre.

El Mugre fue a la camioneta y sacó dos bolsos repletos de dólares. Al regresar, los dejó caer al suelo cerca de los pies de El Guacho.

DOS FALSOS POLICIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora