El Guacho y El Chulo, ambos de nacionalidad chilena, solicitados en su país por robo, tráfico de drogas, extorsión y homicidio, lo que los obligó a salir de su tierra natal. El Guacho, queriendo empoderarse de la ciudad que controlaba el difunto JJ, empezó a sacar a su personal de confianza de Chile, quienes también se encontraban solicitados por la Policía de ese país.
Días después, El Guacho recibe a sus hombres quienes lograron salir con identificaciones falsas, burlándose de las autoridades migratorias de ambos países.
—Bienvenidos a nuestra nueva tierra —manifestó El Guacho, orgulloso al ver a su gente, abrazándolos a uno por uno.
—Gracias, Guacho —respondió El Cris, sicario del grupo.
—Si, gracias por sacarnos de allá, Guacho —contestó El Barba Negra, mecánico del grupo.
—Te debemos una, Guacho —dijo El Franlargo, francotirador del grupo.
—Ya estábamos aburridos de estar escondidos —contó El Wawa, hacker del grupo.
—Como creen que me iba a olvidar de ustedes, solo vine a negociar el cargamento, pero por culpa de dos policías que se infiltraron en el cartel de El JJ, perdí todo —contó El Guacho—. Tengo un lugar fuera de la ciudad donde nos instalaremos, y desde ahí prepararemos varios golpes.
—¿De qué golpes nos hablas, Guacho? —preguntó El Franlargo, intrigado.
—Primero, robaremos un banco porque no tengo suficiente dinero. Segundo, sacaremos a El Mugre de la cárcel —contestó El Guacho.
—¿Quién es El Mugre? —preguntó El Wawa, cruzando sus manos.
—Era la mano derecha de El JJ y lo utilizaremos para que nos ayude a ganar terreno —explicó El Guacho—. Él debe conocer a todos los traficantes que les proveía El JJ y lo haré mi socio mientras me sirva. Luego lo matamos.
El Guacho y sus lugartenientes se establecieron en las afueras de la ciudad, en una antigua fábrica donde permanecerán ocultos bajo perfil. Al siguiente día, El Guacho obtiene cuatro camionetas nuevas las que serían reforzadas por El Barba Negra para evitar ser detenidos en caso de una encerrona policial.
Unos días después, ya al tener listas las camionetas, El Guacho se reúne con su grupo de asesinos para dar a conocer los detalles de un plan para el robo a un banco.
—Mañana a primera hora asaltaremos el banco principal de la ciudad. Franlargo, tu estarás en la azotea de un edificio que está a un kilómetro del banco. Policía que llegue, policía que aniquilas. Barba Negra nos esperará en la camioneta para sacarnos al terminar mientras que yo entro con El Chulo y El Cris. Al salir, El Wawa nos ayudara a despejar las vías hackeando los semáforos y las cámaras para así indicarnos porque calles debemos irnos hasta llegar aquí —explicó El Guacho—. ¿Alguien tiene algo que agregar al plan? —preguntó
Todos indicaron con sus caras que no.
Al día siguiente, en horas de la mañana, Franlargo se encontraba en la azotea de un edificio, vigilando por si llegaba una unidad policial al momento del robo. El Wawa, vigilaba por las cámaras de la ciudad si había algún movimiento de patrullas. El Guacho, El Chulo y El Cris entran a la entidad bancaria mientras que El Barba Negra esperaba en la camioneta.
Cuando se encuentran adentro del banco de inmediato sacaron sus armas y El Chulo inició unos disparos con la intención de intimidar.
—¡Todos vengan aquí y tírense al piso! —gritó El Chulo al terminar de disparar.
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DOS FALSOS POLICIAS
HumorEn las peligrosas calles de San Francisco, dos jóvenes amigos, Axel y Adam, se encuentran atrapados en el oscuro mundo de la adicción a las drogas. A sus 20 años, trabajan como ayudantes de albañilería, lidiando con la monotonía de la pobreza y el c...