El Guacho y su grupo criminal se enteran de que los tienen plenamente identificados, lo que los hace un poco más vulnerables. Sin embargo, siguen con sus planes de apoderarse de las ventas de drogas de la ciudad.
—Debemos sacar a El Mugre de la cárcel. Chulo, mañana te disfrazas y vas a visitarlo para que te diga qué día lo llevan a juicio —le indicó El Guacho—. Cuando tengamos esa información, nos prepararemos para atacar el vehículo en el que trasladen a El Mugre.
—Está bien, me voy de compras esta tarde a ver qué encuentro —dijo El Chulo—. Cris, ¿me acompañas? —le preguntó.
—Sí, claro, choro. Así me compro unas nuevas zapatillas para correr más rápido cuando me toque huir —respondió El Cris, riendo.
—Vayan con cuidado. De todas maneras, Wawa, tú está pendiente de los cabros por las cámaras de la ciudad —le ordenó El Guacho.
—Está bien, Guacho —contestó El Wawa.
Ese mismo día, El Chulo y El Cris se dirigen al centro de la ciudad, usando lentes oscuros y gorras para pasar desapercibidos y no ser reconocidos por algún oficial de policía. Al recorrer varios sectores del centro, visualizan varios papeles pegados en muros y postes con sus rostros, indicando que están siendo buscados por las autoridades, y ofreciendo una recompensa de dos mil dólares por información sobre su paradero.
—No valemos nada, Cris —manifestó El Chulo, sonriendo al ver los pequeños carteles.
—Por lo menos que ofrezcan cinco mil —dijo El Cris, riendo también.
Por otro lado, Axel y Adam se encontraban en la UTS reunidos con el teniente Rodríguez.
—Puma, Panda, recuerden que a partir de mañana deben empezar a asistir a la Academia de Policía —les informó el teniente Rodríguez.
—Teniente, ¿no podrían pasar por alto lo de la academia? Si ya sabemos ser policías —dijo Adam.
—Ustedes son dos locos con suerte. Así que vayan a la academia para que se hagan policías de verdad —indicó el teniente Rodríguez—. Recuerden que deben llevar ropa deportiva: suéter blanco, short blanco, medias blancas y zapatillas blancas.
—Teniente, vamos a parecer dos enfermeros —manifestó Axel, riendo.
Axel y Adam se despidieron del teniente y se retiraron de la UTS. Mientras caminaban, conversaban sobre la academia.
—Yo no quiero ir a esa academia —expresó Axel con pesar—. Seguro hay que estudiar y yo soy muy bruto para eso.
—A mí me preocupa el trote y los ejercicios. No voy a poder hacer ni dos flexiones —dijo Adam—. Por cierto, vamos al centro para comprarnos la ropa deportiva —agregó.
—Sí, vamos, qué más nos queda si queremos seguir siendo policías.
El Chulo y El Cris caminaban por la parte comercial del centro de la ciudad cuando pasaron por una zapatería. A El Cris le llamaron la atención unos tenis que estaban en exhibición.
—Chulo, mira esas zapatillas, me gustan. Pasemos a comprarlas —sugirió El Cris.
—¿A comprar? Vamos a robarlas, que estoy aburrido —propuso El Chulo.
—Bueno, está bien, me gusta la idea —respondió El Cris.
Ambos entraron a la tienda de zapatos, y El Cris le pidió a una vendedora que le busque el modelo de tenis que le gustó, indicándole su talla. Casualmente, Axel y Adam caminaban por el mismo sector comercial buscando ropa deportiva para usar en la academia.
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DOS FALSOS POLICIAS
HumorEn las peligrosas calles de San Francisco, dos jóvenes amigos, Axel y Adam, se encuentran atrapados en el oscuro mundo de la adicción a las drogas. A sus 20 años, trabajan como ayudantes de albañilería, lidiando con la monotonía de la pobreza y el c...