Rhaenyra terminó de leer la carta. No era una sorpresa saber que Lucerys y Alicent siempre parecían madre e hijo en ciertas ocasiones. Ella tenía una conexión con él, aunque nunca se supo por qué repentinamente empezó a querer a Lucerys, pero solo a él.
**Años antes**
-¿Te hiciste algo? ¿Estás bien? -dijo Rhaenyra, disponiéndose a agarrar la cara de Lucerys, buscando heridas.
-Madre, no exageres -el pequeño Lucerys trataba de alejar a su madre.
-¡Que no exagere, Lucerys! -Rhaenyra trataba de respirar. Lucerys veía que casi nunca veía a su madre enojada, especialmente con él-. No te encontraba por dos horas y quieres que no exagere.
-Madre, informé a Jacaerys de mi salida repentina.
-Pero no le dijiste a dónde ni con quién. Eres pequeño para salir solo.
-Salí con su majestad, la reina Alicent.
-¿Alicent? -Lucerys asintió. La preocupación de Rhaenyra no bajó, sino que subió-. ¿Te dijo algo o hizo algo? -El miedo seguía presente en Rhaenyra.
-No, madre. Fuimos de paseo, me habló de historias. Fuimos de visita a ver paisajes, vimos a tu dragón -su sonrisa iluminaba el cuarto.
-¿No te dijo nada más?
-Le pregunté por qué mostraba interés en conocerme más que a mis hermanos. Ella respondió: "Porque noto algo en ti, te pareces a tu madre, algo que siempre será mi debilidad, mi dulce niño".
Rhaenyra trataba de procesar lo dicho. ¿Cómo podía Alicent llamar a sus hijos bastardos, pero dejar de hacerlo cuando Lucerys nació? Se rumoraba que Alicent se había encantado con solo ver al príncipe. Nunca supo por qué, pero notaba un interés en él; siempre estaba presente para él.
-No importa lo que dijo, no saldrás nunca más con ella sin mi permiso, siempre diciendo dónde vas.
-Claro, madre. Perdón por preocuparla.
Desde entonces, siempre fue informada del lugar y la hora. Nunca pararon las visitas o paseos frecuentes hasta lo que pasó con Aemond, lo cual devastó a Alicent. Lucerys lamentaba tal suceso, pero si no lo evitaba, Jacaerys iba a ser herido. Ese día, Alicent se notaba eufórica al ver a su hijo, pidiendo el ojo de Lucerys, algo que no sorprendía.
-Alicent -dije al ver la sangre que caía; esta dejó caer la daga.
-Mamá -Lucerys permanecía detrás de mí, agarrando mi vestido sin soltarlo.
-Yo... -trataba de hablar mientras volteaba su mirada a Lucerys, quien permanecía con miedo. Su pequeño dulce niño, o como a veces solía decirle, su pequeño dragón, permanecía asustado tan solo de verla.
Nadie dijo nada más. Alicent no podía dejar de ver a Lucerys, quien no soltaba a su madre.
-¿Estás bien? -dijo Daemon. Asentí a su pregunta.
La primera y segunda semana después del incidente, Alicent no visitó a Lucerys. Este no mostraba ninguna emoción al respecto, pero en el fondo sabía que extrañaba los paseos. Después de lo que hizo, decidió no mostrar tanto cariño hacia ella, alejándose.
La tercera semana comenzó todo. Alicent pedía permiso para ver a Lucerys; esta vez era rara vez, pero Lucerys aprovechaba cada segundo. Y así fue pasando el tiempo. Cada visita mostraba la conexión que estos tenían.
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Lo único que escuchó Rhaenyra fueron los rumores de que al saber de la muerte de Lucerys, Alicent corrió a Aemond furiosa, golpeándolo y eufórica gritándole. Este no mostraba ninguna emoción. Luego, ella fue detenida por Aegon, quien reprochaba a su madre cada vez que hablaba de su niño, Lucerys. Algo en sus hijos hacía que terminaran reprochando a esta por sus comentarios; tenían un celo de que un pequeño bastardo fuera el preferido de su madre.
Se decía que Alicent cada día pedía que donde fuera que estuviera Lucerys, lo cuidaran. Se decía que desde ese día, Alicent perdió a un hijo, al igual que Rhaenyra perdió una mitad.
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"Tu me perteneces"
Любовные романы"Tiempos de Traición y Lealtad junto a ti" Después de la muerte de Lucerys, algo se desató en Alicent; algo cambió dentro de ella. Ya no apoyaba la causa de su hijo como antes. Ya no veía sentido en hacerlo. Alguien a quien amaba había muerto y, con...