108 13 0
                                    


Cada minuto era estresante por el miedo a la venganza de ellos. Aegon no dejaba de desear la muerte de su hermana, a quien en algún momento quiso. Rhaenyra no había mostrado ningún movimiento hasta ahora, pero era claro que planeaba algo contra su hermano menor, Aemond.

-Deseo que escapemos-, repetía sin cesar Helaena, buscando una respuesta de su madre en busca de aceptación y ayuda desde la muerte de Lucerys; el miedo a la muerte de sus hijos la consumía.

-Helaena, tu hijo es el heredero, no podemos- defendía Alicent la idea de quedarse, aunque la muerte los persiguiera.

-Si tú no me ayudas, madre, me iré sola- replicó sin dudar, aunque era bien sabido que si escapaban, Aegon las mataría a ambas por traición.

-Él no estará contento.-

-Hazlo por los niños.-

-Tenemos seguridad, Helaena-detuvo un momento. -Piénsalo, si nos encuentra Aegon...-

-Podemos escapar e ir a mi dragón.-

-Helaena, no haremos eso.-

-Madre, tú más que nadie amabas al pequeño Lucerys, ¿no crees que es mejor unirnos al bando correcto como él querría?-intentó argumentar, aunque era bien sabido que a veces mostraba más afecto por el pequeño Lucerys que por su propio hijo, Aegon.

-Helaena, no puedo apoyarte. Aegon nos necesita.-

-Él solo me necesita cuando está borracho, madre-afirmó, agarrada de sus dos hijos, dispuesta a salir de la habitación. Me puse delante de ella.

-Hija...-

-Madre- por un segundo en su mirada vi esperanza, algo que nunca había visto en ella después del matrimonio.

-Vámonos-, ella sonrió victoriosa. Abrimos las puertas y nos encontramos con Sir Colin. -Escapa, te veo afuera, yo lo distraeré.- La idea era precipitada pero se que después ya no tendría el valor que ahora creo tener

-Está bien-algo agitada y nerviosa, Alicent se acercó a Colin.

-Puede venir- noté su sorpresa.

-¿Pasa algo?-negué, lo dirigí hacia la cocina, agarrada de mi mano.

-Usted- estuve a punto de besarlo, pero hice caer una jarra, dejándolo asustado. -Debe irse, su majestad, tal vez no debería vernos juntos.-Antes de salir, me dio un pequeño beso aprovechando el momento y salió corriendo.

Corrió, tratando de encontrar rastro de Helaena, llegando donde se encontraba su dragón. Esta esperaba junto a sus pequeños.

-Madre, me subiré, me pasarás a cada uno delante y uno detrás, contigo.-

-Está bien- hice lo que pidió. Al final subí yo, tratando de calmarme.

-Ahora respiren-cerré los ojos, intentando respirar. No me di cuenta de que habíamos empezado a volar hasta que sentí la brisa en mi cara. Aun así, no abrí los ojos.

Fue un viaje largo e intenso, tratando de no abrir mis ojos o mostrar alguna señal de vida.

-Llegamos-dijo Helaena. Cuando abrí mis ojos, vi al dragón bajando poco a poco, asustándome. Cerré más los ojos, sosteniendo a Jaehaera, quien se reía al ver mi miedo.

Sentí un golpe fuerte, abrí los ojos y vi que estábamos en tierra baja.

-Madre, bajaré. Pásame a los niños, luego tú bajas,-asentí y hice lo que pidió. Para terminar, dejamos al dragón ahí y nos dirigimos a la puerta buscando a Rhaenyra. Fue una sorpresa para todos.

Fuimos escoltados hacia ella como si fuéramos ladrones.

-Hermana, ¿Alicent?-su cara mostraba ojos rojos y estaba cansada después de tantas muertes. No esperaba encontrarla con una sonrisa, pero tampoco tan decaída.

-Rhaenyra-corrío a abrazarla, algo que nunca hubiera hecho, era claro, pero la situación lo ameritaba. Ella extrañaba a alguien que yo también extraño. Puedo ser una persona horrenda, pero nunca dejaré de amar a Rhaenyra.

El abrazo constó de mi abrazándola nada más que eso. Rhaenyra se quedó inmóvil como si fuera un extraño.

-Madre- tosió Helaena, tratando de darme una señal para que me alejara, lo entendí. Me alejé de ella sin decir nada.

-¿Qué necesitan?-

-Venimos a aceptarte como única reina del Trono de Hierro, siendo leales hasta la muerte-hizo que nos arrodilláramos, haciendo que Rhaenyra viera tal acto. -El príncipe renunciará al trono, ofrecerá su apoyo a ti y no a su padre, y yo ofreceré mi dragón para la guerra- dijo. Rhaenyra puso una mano en su vientre mientras nos veía sorprendida.

-¿Dejarás a tus dos hijos, Alicent?- alguna vez había prometido que, aunque fueran los dos más desagradables o perversos, siempre estaría para ellos. Los amaría y protegería, pero Helaena era notoriamente mi preferida. Era educada, gentil y amable, haría todo por ella, incluso matar.

-Como dijo mi hija, apoyaré tu causa, aceptándote como Reina de los Siete Reinos.-

Pensó un segundo, veía a los pequeños, los cuales permanecían arrodillados. Esto era algo raro, ella pensando si perdonarnos. Era algo que nunca pensé en presenciar.

-Yo las perdono-dio la vuelta mientras podía ver que presionaba la mesa, como si fuera a saber si era lo correcto. Sabía que si Daemon se enteraba, solo los dioses sabrían qué pasaría.

-Gracias, hermana.-

-No esperen mi compasión con sus hermanos e hijos, tampoco esperen para ustedes. Si me traicionan-se dio la vuelta, haciendo una señal para que nos paráramos,-el pequeño Jaehaerys renunciará a ser heredero y mostrará su apoyo a mi bando públicamente. Tú, Helaena, ayudarás apoyando con tu dragón. Dirás qué hace Aegon, dónde frecuenta, cómo es su estrategia, al igual que Aegon, Alicent, tú harás lo mismo, pero además dirás qué hacen los guardias y Otto-

"Tu me perteneces"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora