🐉Visenya II y Jacaerys Velaryon🐉

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Desde que eran niños, pese a sus dos onomásticos de diferencia, los príncipes Visenya, Aemma y Jacaerys Velaryon eran vistos juntos todo el tiempo, las gemelas destacaban por sus cabelleras platinadas y personalidades distintas a pesar de ser físicamente iguales, él, por otro lado, destacaban por su amabilidad y preocupación por los demás, eran príncipes queridos por el reino, al igual que su madre, desde pequeños se dedicaron a pasear por el pueblo junto a su madre, solucionando los problemas que el rey, debido a la mano que poseía, no era capaz de ver.

- Su majestad, hace tiempo habíamos querido comentar un asunto que nos preocupa respecto al pueblo - habló Jacaerys.

- Adelante - permitió el rey.

- Las calles del reino no son apropiadas para que los niños jueguen, hay demasiada basura majestad, esto causa enfermedades a las personas y debido a esto no pueden desempeñar sus labores; es por eso que le traemos una propuesta - explicó el principe heredero al trono observando a su madre.

- Limpiaremos las calles de la ciudad, para generar un ambiente más limpio, así mismo se harán patrullas a determinadas horas, con el fin de disminuir los crímenes y sobre todo las violaciones padre, comprendemos que hay mujeres que venden sus cuerpos para sobrevivir, pero es muy distinto que las obliguen a hacerlo sin un acuerdo de por medio - dijo la platinada mayor en la mesa.

- Me parece una gran idea, mañana haremos pública la noticia - aceptó el rey.

- Gracias majestad - habló nuevamente Rhaenyra observando a Aemond quien parecía querer decir algo - ¿Deseas comentar algo hermano? - cuestionó - Aemond.

- Si - respondió el nombrado pero dudó un poco - ¿Podría unirme a esas patrullas?.

- Si prometes tener cuidado, no veo problema - respondió Rhaenyra.

- Lo prometo - le sonrió y ella lo imitó - Gracias - él empezaba a comprender que su hermana no era la villana en la historia, que todo el odio hacia ella y sus sobrinos provenían de su madre, su ambiciosa madre y abuelo, ellos deseaban el trono, pues a él nunca le importó.

- Hay otros dos asuntos que quisiera proponer, Majestad - habló nuevamente la hija del rey.

- Puedes contarme hija mía - pidió el rey.

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