El tiempo paso, y estuve siguiendo los pasos para la transformación animago y así como la guía que había en el diario, una dieta comprada y cocinada por Dobby en una de las casas Potter, me puse a hacer ejercicio de forma constante, los músculos de Quidditch servían, pero no eran mucho y según el propio diario, me servirían, así que me puse mano firme, y en secreto me puse a hacer ejercicio, no muy difícil al principio ya que no había nadie en la casa, pero no quería que nadie de afuera me viera, cuando volvieron los Dursley fue más difícil, también a comer bien, tarde poco más de un mes, en que mis nuevos músculos se marcaran, fue un tiempo, que gracias a la cocina, pociones y herramientas proporcionadas por Dobby conseguí formar un muy buen abdomen, mis brazos también empezaron a inflarse, pero ya que no me concentre mucho en ellos realmente no fue mucho, recupere el daño ocasionado por los Dursley, incluso crecí un poco.
Según lo recomendado por el diario, primero entrene el llamado de varita desde los porta varitas a mi mano, cuando lo logré, paso a ser un entrenamiento en segundo plano, después me centre en el uso ambidiestro de la varita, algo que afortunadamente no fue difícil, aunque al principio me costaba apuntar y finalmente me centre en los hechizos que la varita recordaba eran sencillos y no destructivos, no quería volar mi habitación y centrándome sobre todo en la oclumancia, no quería que nadie se robara mis secretos.
Cuando domine un hechizo de liberación de sellos, lo use en la tapa trasera del libro y salió una bolsa con un hechizo indetectable de extensión que por recomendación del propio libro debía guardar este en la bolsa y la bolsa costurarla a la capa para que se asimilara, lo cual claro que hice y era increíble tener una bolsa infinita que se podía hacer invisible e intangible.
Otra parte de mis entrenamientos basados en el diario fue la habilidad de Metamorphomagus ciertamente la manipulación de mi cabello fue sencilla, ya que al parecer llevaba haciéndolo toda mi vida, pero el resto no fue una tarea fácil según la descripción que había en uno de los libros de la familia Black, la habilidad ya entrenada, era casi automática, requería algo de imaginación, ya que te verías como te imaginaras, pero el entrenamiento era algo más complicado que eso, tenías que forzar el cuerpo ya que al parecer no era una habilidad natural, tarde una semana en entender como funcionaban los cambios, pero una vez lo comprendí fue más simple, solo necesitaba practicar, cuando mis cambios eran útiles, es decir no tenían fallos, había logrado replicar a Vernon, pero los cambios eran lentos, por lo que decidí probar la velocidad y auch.
Mi brazo derecho creció 3 metros de golpe, destruí la puerta y al ser media noche, por su puesto que todos en la casa se alertaron y salieron y vieron el brazo gigante en la puerta, yo apenas podía con el dolor.
- ¿Qué has hecho muchacho? – grito hasta asomarse y verse a sí mismo con el brazo de 3 metros
- Perdón, no lo controlo –
- Eres un monstruo – grito Dudley
- No puedes usar magia fuera de la escuela – grito Petunia – te expulsan –
- No es magia, es una habilidad – dije gruñendo con dolor
- ¿Por qué eres como yo? – es gracioso, como desde que descubrieron que mi padrino es un "asesino en masa" se volvieron respetuosos, o bueno un poco
- Solo paso – gruñí – Dobby –
- El maestro Harry Potter, llamo a Dobby –
- Sí – dije ignorando el susto de Petunia – consigue una poción crece huesos, y una para el dolor, consígueme jugo de calabaza para el sabor creo que me volare el hueso, y después repara la puerta –
- Dobby lo hará – dijo desapareciendo, lentamente mi brazo se empezó a encoger y efectivamente el dolor al irse acumulando, cuando tuve mi brazo de tamaño normal, regrese a mi forma normal, y la gloria del manto de invisibilidad, es que no se rompió, se estiro
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La guía de un Harry del Futuro
FantasyEl tercer año había terminado, mientras Harry en la soledad de su cuarto agradecía por el pequeño milagro de salvar a Sirius. Esa misma noche un ruido lo despertó, ahí frente a su puerta había un anciano. - ¿Quién eres? - fue la pregunta que le camb...