Teresa, la trovadora hisparita ha logrado escapar de un oscuro convento, el cual está ubicado sobre una sombría montaña.
Durante su huida es encontrada por Ruy, un caballero recién ordenado en una caverna.
¿Qué hará Ruy? ¿la regresará al convento ó...
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Ubicación: Carretera entre la marca de Thaersanii y Rheintherra.
El grupo liderado por Pietro dejó atrás la seguridad de las puertas del castillo del marqués de Thaersanii. La despedida tuvo su parte de solemnidad y nostalgia a partes iguales. Los ojos del marqués, llenos de sabiduría y secretos no compartidos, siguieron al grupo hasta que desaparecieron en la distancia. A excepción de Pietro, todos se sorprendieron de lo bien trazadas y construidas que estaban las carreteras. Las piedras, alineadas a la perfección, daban una suavidad inusitada al camino, un lujo al que no estaban acostumbrados.
—Estas carreteras fueron hechas para movilizar a las legiones —explicó Pietro, con un tono de voz mezcla de orgullo y seguridad.
A lo largo del camino, se toparon con varios santuarios dedicados a diversas deidades. Estos se alzaban contra el horizonte, sus sombras alargadas por el sol poniente. Los viajeros encontraban consuelo en los altares de Inthara y Draerinxias, donde el aroma del incienso llenaba el aire y las velas titilaban con promesas de protección divina. Los hostales del camino ofrecían un refugio acogedor. Fue en estos lugares donde conocieron a otros trovadores, cuyos relatos sobre la Ciudad Eterna llenaron sus corazones de anticipación y maravilla. Una de ellas, Megara Angelotti, no solo les informó del gran festival de los gremios de trovadores en la ciudad, sino que también compartió una noche de pasión intensa con Pietro, sus cuerpos entrelazados en un éxtasis fugaz.
Sin embargo, no todo fue tan idílico como parecía. Dos días antes de llegar a su destino, la calma del grupo se vio interrumpida por el repentino ataque de un grupo nutrido de trasgos oscuros. Estas criaturas, normalmente confinadas a los bosques sombríos, habían salido de su hábitat con una audacia inesperada. Los trasgos emergieron de las sombras, con sus ojos rojos brillando, armaduras y armas rudimentarias, con intenciones asesinas y antropófagas.
Los trasgos corrieron hacia el grupo con sus armas en alto, pero un cono de esquirlas de hielo conjurado por Samantha abatió a varios. Sin embargo, esto no amedrentó a esos seres sedientos de sangre. Pietro, sorprendido por su ferocidad, dirigió a sus compañeros con la habilidad de un general veterano, blandiendo su espada en el aire con precisión mortal. Teresa usó sus habilidades para infundir coraje y precisión a sus aliados, aunque tuvo que defenderse de algunos atacantes con su espada da lato. Pagó un precio alto: una de las criaturas la hirió gravemente en la pierna, y su sangre se mezcló con el polvo del camino.
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