Ruy & Teresa 13: La ciudad de Frelesphontus.

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Ruy & Teresa 13

La ciudad del Frelesphontus.


Ubicación: Ciudad de Frelesphontus.

En cuanto David se percató de lo que sucedía, su corazón se llenó de miedo y no supo bien qué hacer. Fue en esos momentos que Pietro tomó las riendas, pues no podía permitir que sus compañeros sucumbieran ante aquellas entidades. Sin perder un instante, se acercó a Teresa, sacudiéndola con suavidad en un intento por sacarla de aquel trance. Teresa levantó la cabeza con lentitud, sus ojos tenían la mirada perdida, y toda su bella faz reflejaba el terror que sentía detrás de ese torpe balbuceo.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Pietro al fin, su voz apenas perceptible entre los cánticos espectrales.

Los fantasmas, ignorantes de la presencia del grupo, continuaban su procesión. Sus figuras translúcidas caminaban por las amplias calles de aquellas ruinas con una presencia aterradora. Mientras los cánticos resonaban en sus mentes, Pietro comprendió que estaban atrapados en una especie de pesadilla viviente. El desafío era claro: debían resistir para poder salir del lugar y, quizás, averiguar algunos de sus secretos antes de que la muerte los llevase al inframundo.

Ximena realizó una oración a su deidad, mientras apretaba con fuerza su símbolo sagrado. Le rogó a su deidad sin nombre por protección para sus aliados, y recibió respuesta. Teresa pudo reponerse, mientras que Ruy, Pietro y Guilles se alistaron para la acción, en tanto que Samantha, Breika y David preparaban sus conjuros. De la maleta del arqueólogo, que estaba mal cerrada, cayó el viejo grimorio y se abrió. La joven hisparita se ofreció a levantarlo y, al hacerlo, notó el probable nombre de esa ciudad: Frelesphontus. Según el antiguo texto, esta era la isla más al sur del viejo imperio de los príncipes hechiceros de la vieja Griexia. Solo había un reino más al sur, y estaba a seis días de viaje por el Mar de las Eternas Brumas.

—Frelesphontus... —murmuró Ximena pensativa, mientras sus dedos recorrían las palabras escritas con tinta casi borrada por el tiempo—. Este lugar guarda un secreto terrible, sobre todo si los espíritus de esta gente repiten esa lúgubre procesión.

—Lo sabemos —dijo Ruy, sus ojos marrones reflejaban cuán alerta estaba—. ¿Pero qué hacemos ahora?

David recuperó algo de su compostura al fin y miró a sus compañeros. —No podemos retroceder. Hay algo aquí que necesita ser desenterrado, y solo nosotros podemos hacerlo. No podemos dejar que estos espectros nos detengan.

Pietro asintió mientras levantaba su espada con determinación. —Entonces avancemos. Pero debemos ser cautelosos. Este lugar... —susurró, mirando las figuras fantasmales que seguían con su eterna procesión—... guarda secretos que podrían destruirnos.

Breika, que no dejaba de ver aquel desfile, con su mano sobre el pomo de su espada, agregó: —Mejor irnos de aquí. Ya casi amanece, busquemos dónde refugiarnos.

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