capítulo siete

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—Y, entonces, para finalizar...

Hinata suspira con fuerza recargado su cuerpo contra la fría pared. Sus ojos cansados están fijos en el hombre de largo cabello blanco que imparte su clase como lo ha hecho desde hace más de un mes, dos veces a la semana.

Arruga la nariz cuando lo observa con un poco más de detenimiento. Es un hombre canoso, se pueden ver las marcas de expresión en su frente aún desde la distancia que existe entre ellos. No es que aquello le moleste, Jiraiya para tener la edad que tiene se ha sabido mantener muy bien, es un buen profesor y se da a entender muy bien. Todo eso es maravilloso, excepto por...

—Es un viejo cochino —susurra Sakura, muy de mala gana.

Hinata pasea sus ojos desde Jiraiya hasta Sakura, quién de brazos cruzados y con el ceño fruncido observa a Jiraiya con una expresión molesta. No le gusta su clase porque tampoco le gusta el tipo de persona que es Jiraiya.

—Sakura... —Hinata golpea el hombro de Sakura con el codo buscando un poco de discreción de su parte, pero definitivamente no colabora.

—¿Qué? —ella voltea con esa misma expresión de enojo.

—Puede oírte —susurra, teniendo que pudiera escucharles. Lo que menos quiere Hinata es tener alguna clase de problema, mucho menos con su profesor.

—No me importa —Sakura junta sus dientes con fuerza. — No me gusta nada esa sonrisa.

Hinata nuevamente desvía su atención hacia el centro del salón donde Jiraiya apunta hacia un par de escritos sobre el pizarrón. Lo observa con un poco más de detenimiento, notando que, en realidad, sonríe como si quisiera ganar algo con ello. Sus ojos negros brillan intensamente y cada cierto tiempo parecen ir mucho más allá de lo que deberían.

Además, Hinata tampoco es ciega. Nota muy bien la forma en que él desliza su mirada por las piernas de las estudiantes, o como también pareciera querer tener vista de rayos equis para poder ver a través de la ropa. No es normal que un hombre se detenga tanto tiempo con sus ojos fijos en el busto de alguna de sus compañeras.

Un escalofrío le recorre la columna cuando baja hacia su propio busto. Agradece de verdad que la ropa que suele usar es holgada y permite ocultar aquello que para ella es evidente, pero que gracias al cielo para los demás no lo es.

—No puedo creer que ni siquiera lo disimule —Sakura observa con asco, de reojo, como Jiraiya se acerca hasta el lugar de una alumna que ha levantado la mano, aludiendo a que hay algo que le causa confusión. Jiraiya está inclinado sobre ella, tiene una mano sobre su silla casi rozando su espalda y la otra sobre el cuaderno. Puede ver desde ahí la cercanía de sus rostros y aquello le parece sencillamente aberrante. Sobre todo la parte en que sus inquietos ojos se pasean de su rostro hasta el nacimiento de sus senos. — Te lo digo, Hinata. Es asqueroso —gruñe cruzándose de brazos.

—¿De quién hablan?

Tanto Sakura como Hinata alejan su atención de Jiraiya y sus actitudes cuestionables.

—¿De quién más? —Sakura bufa y apunta, ahora con un poco más de discreción, hacia Jiraiya. Él todavía está demasiado ocupado con sus clases interpersonales.

—Oh —el castaño alza sus dos cejas. — Claro, de quién más —murmura apoyando su mejilla en la palma de su mano.

Hace algunas semanas y por necesidad propia y para poder obtener mejores calificaciones el dúo que Hinata y Sakura firmaron desde el día uno tuvo que abrirse un poco más, dándole así la oportunidad a alguien más de unirse a ellas. Ese alguien no es más que Kiba, Kiba Inuzuka. Él con su gusto exagerado por las chicas y su amor indiscutible por los perros, consiguió volverse un buen aliado para esas dos chicas que cada día lo consideraban más como un buen amigo.

La esposa del Profesor [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora