Muchas cosas nuevas no habían ocurrido. Todos los días eran absolutamente iguales al menos para ella, quién se la vivía en la habitación encerrada.
Naruto por su parte parecía detestar todo lo que tuviera que ver con el encierro. O al menos eso es lo que Hinata notaba entre las miradas minuciosas que le daba cada cuánto. No es que le importara, pero ya que no tenía algo mejor que hacer...
Naruto tenía una vida bastante... hecha.
No es que estuviera muy al pendiente de él, o espiara su vida personal. Pero ya que él hacía su rutina diaria frente a sus ojos, Hinata no tenía más opción que observar.
Él se levantaba muy temprano, seis a.m. Se daba una ducha rápida de no más de diez minutos, se arreglaba con ropa suelta y cómoda, teniendo esa mala costumbre suya de desplazarse por la habitación con la bendita toalla atada a la cintura. Y tras estar listo, salía a trotar. ¿Cómo sabía? Era muy sencillo, Naruto volvía alrededor de una hora y media después con el cabello rubio pegado a la frente y con su piel morena brillante de tanto sudor.
Después de llegar, Naruto se metía a la ducha nuevamente y ahora se tardaba un poco más que antes. Nuevamente se pasea por la habitación con una toalla en la cintura y con otra secándose el cabello. Y todo con Hinata fingiendo dormir.
Después de que Naruto abandona la habitación, Hinata puede respirar. Con los días supo que se tarda su tiempo hasta para desayunar, mientras ella continúa en su encierro.
Para cuándo Naruto vuelve a la habitación ella ya no necesita estar dormida, Naruto le dedica la misma mirada cada mañana. No necesita escuchar nada de su parte para saber que su cabello enmarañado, la linea de saliva marcada desde sus labios hasta mejilla y sus ojeras por dormir mal, eran cosas poco atractivas para él. Podía imaginarlo perfectamente.
—¿No comerás? —le pregunta todos los días.
Y Hinata le da la misma respuesta.
—No tengo hambre.
Naruto resopla y no le insiste. Él sigue con lo que sea que tenga que hacer, cosas que por supuesto para Hinata no son importantes.
Las horas pasan y al menos ella hace el esfuerzo de salir de la cama, vestirse y no hacer absolutamente nada más. Para la hora del almuerzo su estómago ruge, pero se niega a comer algo. Sin siquiera darse cuenta había comenzado a una huelga de hambre consigo misma. ¿Por qué? ni ella tenía la respuesta, porque no es como que fuera a ganar algo haciéndolo.
—¿Realmente no comerás? —pregunta otra vez.
Hinata niega.
—No tengo hambre —miente.
Naruto la observa de arriba abajo.
—Bien —se encoge de hombros.
—¿Por qué hace tantas preguntas? —se dice a sí misma después de quedarse a solas nuevamente.
Y para la noche, cuando ya es hora de ir a la cama, Naruto probablemente tomaría otro baño como acostumbraba. Hinata se metía rápidamente a la cama para no ver su desfile en toalla por toda la habitación. Cubría su cabeza hasta arriba e ignoraba cualquier palabra de su parte, tampoco había mucho que decirle.
Así son sus días.
Pero, aquella mañana era totalmente distinta.
Hinata se despierta mucho antes, al abrir sus ojos lo primero que hace es tantear la mesita de noche al lado de la cama para encontrar su teléfono. Al dar con él, la luz le ciega momentáneamente hasta que por fin logra acostumbrarse.
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La esposa del Profesor [NaruHina]
FanfictionHinata es una muchacha tranquila, con metas claras. Su sueño es la literatura, entrar a una buena universidad para ser una profesional excelente. Existía sólo un pequeño problema entre medio, y es que la falta de dinero le había hecho crecer en una...