Con una toalla cubriendo su cabello largo y húmedo, Hinata se da un último vistazo en el espejo antes de decidirse a salir del baño. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que decidió tomar una ducha? Ya no lo recordaba porque había preferido quedarse encerrada que enfrentar todo lo que le espera allá afuera.
Agradece ese pequeño momento en el que no tuvo que hacer otra cosa más que preocuparse por sí misma. Un regalo entre tanto caos.
Asoma la cabeza entre el pequeño espacio de la puerta que da la habitación aferrada a las cosas que lleva entre sus brazos. Sus ojos, inquietos, observan a su alrededor al menos un indicio de que Naruto estuviera cerca, pero no. Suspira, teniendo un poco más de confianza para entrar a la que, de todas formas, también es su habitación.
Se había pasado toda la tarde poniendo sus pertenencias, que no eran muchas, en el closet que ya había designado como suyo, que se encuentra también del lado de la cama que prefería para ella. No le había preguntado absolutamente nada a Naruto porque tampoco le interesaba su opinión, o sí tenía algo que decir respecto a ello.
Se quita la toalla de la cabeza para secar con movimientos bruscos su largo cabello, todavía se encontraba un poco molesta por la actitud aborrecedora de Naruto. Y sí, sabía que tendría que acostumbrarse a él más temprano que tarde, pero Dios... no estaba segura de poder hacerlo.
Sentada frente al tocador no puede evitar tocarlo, era suave y de un color beige muy bonito. Hinata jamás tuvo uno, incluso el tamaño del espejo le parecía excesivo. Se centra ahora en observar su reflejo y en cepillar su cabello. Puede oír desde ahí el agua de la ducha correr, Naruto estaba en el baño de la habitación tomando una ducha también. Hinata había preferido usar el de visitas.
Para ella también fue excesivo tener dos baños, pero pensándolo bien no era algo tan malo si así los podrían tener espacios por separado. No tendrían que coincidir en todo. Al menos eso a Hinata le hacía sentir un poco más tranquila.
Terminaba de cepillar su cabello cuando la puerta del baño se abre. Hinata trata de no prestarle atención pero de todas formas termina viéndolo de reojo. Naruto sale del cuarto de baño con una toalla en el cuello, de su cabello rubio cae gota tras gota hasta sus hombros desnudos, que se deslizan por sus brazos y pecho también desnudos hasta la toalla que se encuentra ajustada sobre su cintura.
Y sólo entonces Hinata cae en cuenta de ese pequeño gran detalle: Naruto camina libremente por la habitación... desnudo.
«¡¿Está desnudo?!» piensa, sintiendo de pronto cómo su rostro arde y quema. «¡¿Por qué está desnudo?!»
Regresa rápidamente su vista hacia su propio reflejo. Ver sus mejillas repletas de ese sonrojo acusador no hacen más en ella que sonrojarse violentamente otra vez y mucho más que antes. Respira hondo e intenta ignorar la presencia de él dentro de la habitación.
«Ignóralo, no hagas caso. No hagas caso. No hagas caso. No hagas caso» se repite una, dos, tres y muchas veces más con el fin de no exponerse a sí misma frente a él. Eso sí no podría soportarlo.
Toma una de las pocas cremas que tenía y se dedica a masajear su rostro, agradece la frialdad del producto porque al menos así baja un poco el calor de su rostro. No es que Naruto sea el gran hombre, ni nada parecido. Hinata simplemente no estaba acostumbrada a ver hombres desnudos o semidesnudos a su alrededor. No era algo normal, Dios.
Al centrarse en su reflejo nuevamente una vez terminado su mini masaje, siente que nada de lo que ha hecho debió. Ahí estaba él, otra vez con esa sonrisa socarrona y con sus ojos bien puestos sobre ella.
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La esposa del Profesor [NaruHina]
Fiksi PenggemarHinata es una muchacha tranquila, con metas claras. Su sueño es la literatura, entrar a una buena universidad para ser una profesional excelente. Existía sólo un pequeño problema entre medio, y es que la falta de dinero le había hecho crecer en una...