El ángel que nos unió. Capítulo. 11.
CANDY contuvo el aliento durante unos segundos y soltó el aire de golpe.
–¿Quieres quedarte con él?
–Tampoco hay que exagerar.
–Entonces, ¿para qué quieres saberlo?
–Tal vez sienta curiosidad por saber lo que quieres para desaparecer de mi
vida.
–Así que, en realidad, no quieres quedarte con él, sino deshacerte de mí.
–Quiero eliminar el problema, sí.
–Pero el problema vivirá en tu casa, a no ser que mandes al niño a otro
sitio. ¿A un internado para bebés, tal vez?
–No se lo va a maltratar –dijo él mirándola con dureza.
–¿Lo van a querer?
–En mi familia no se acostumbra a maltratar a los niños.
–Eso no es lo mismo que dar cariño y afecto.
–Se le educará como nos educaron a JULIO y a mí: con amor y
disciplina, a partes iguales.
–¿Serás tú quien lo eduque?
–Todavía no lo he decidido.
–Entonces, no podré contestarte hasta saber quién va a educarlo. La ayuda
económica es importante, pero lo es mucho más el afecto que reciba, ya que
determinará que sea o no feliz.
–Sé que los niños necesitan cariño.
–¿Le darás una madre o contratarás a una niñera?
–No voy a buscar esposa simplemente para darle una madre. Contrataré a
una niñera.
–¿Pasarás tiempo con él?
–Estoy soltero. Trabajo mucho, pero me aseguraré de que mi sobrino
reciba los mejores cuidados que se puedan conseguir con dinero.
Aquello era terrible. CANDY reprimió un escalofrío.
–Michael se merece algo más que una niñera cara.
–Será una mujer con buena formación y dedicada.
–Ya he oído bastante. No voy a dejar a Michael a tu cargo.
–¡Pero has insistido en que se lo educara como a un miembro de la familia
DECARLO!
–¿Así es como te educaron? ¿Con la mejor niñera que con dinero se pueda
conseguir?
–Sí, y en los mejores internados, antes de ir a las mejores universidades.
–¿No te criaste en casa?
–No, y no he salido tan mal, ¿no te parece?
–Eres despiadado.
–Soy práctico, no despiadado. Hay una diferencia.
–Deseo que Michael sea querido y protegido, así que no puedes
comprarme. No voy a abandonarlo.
–¿No es lo que has hecho? Se lo diste a mi empleado en la puerta y te
fuiste sin mirar atrás.
–Fue un truco a la desesperada para conseguir tu atención. Y ha
funcionado.
–Una persona desesperada tiene un precio. Sé que tú tienes el tuyo.
–No estoy tan desesperada.
–Entonces, vuelve a Seattle, CANDY , y deja de hacerme perder el tiempo –
TERRY dio media vuelta y entró en la habitación de la que había salido.
CANDY se preguntó si de verdad era tan frío y cruel o si la estaba sometiendo
a prueba. En cualquier caso, no la había asustado. Entró detrás de él en la
estancia.
–La vida no es blanca o negra, TERRY , ni todo o nada. Creo en la discusión y
el compromiso, aunque resulte incómodo. Tenemos que hallar un punto
intermedio para llegar a un acuerdo… –se interrumpió al contemplar los
elevados arcos de piedra que dividían la amplia habitación en dos. A un lado
había un enorme escritorio y una silla; al otro una pared de cristal, rematada por
arcos. Cruzaban el techo vigas de madera. El suelo era de mármol y los muebles
de esa segunda zona, elegantes. Ella pensó que por eso se decía que los italianos
tenían estilo.
–¿Es tu despacho? –preguntó, aún maravillada por la elegante sencillez de la
estancia. No había espejos ni cristal de Murano. Solo madera oscura,
suelos de mármol y ventanas que dejaban entrar la luz a raudales.
–Sí –TERRY se había sentado en el borde del escritorio y la observaba.
–Es precioso.
–Gracias. Esta planta es privada. Se construyó para la familia, no para recibir
visitas. Pedí a la diseñadora que efectuara algunas modificaciones, pero el
edificio data de finales del siglo XV y hemos protegido la arquitectura.
–¿Qué se ha cambiado?
–El suelo de mármol es nuevo. Se quitó la capa de pintura que se había
aplicado a las ventanas y oscurecimos los marcos para que hicieran juego con
las vigas del techo.
–Entiendo que quieras trabajar aquí. Yo también querría.
–Con la tecnología, se puede trabajar desde cualquier sitio. Yo rindo más
aquí que en una ruidosa oficina, con innumerables interrupciones. ¿Qué
decías de hallar un punto intermedio?
–¿Podemos hallarlo? –preguntó ella dubitativa–. No espero que seamos
amigos, pero podríamos intentar convertirnos en… aliados, por el bien de
nuestro sobrino. Creo que lo ayudaría, ya que no le queda mucha familia, por
lo que estaría bien que tuviera relaciones cordiales con la que le queda.
TERRY no supo qué contestarle. Un rato antes, cuando había salido del
salón, estaba furioso. Se había sentido insultado porque CANDY había
pretendido decirle cómo se hubiera sentido su hermano. Ella no sabía lo cerca
que habían estado el uno del otro ni lo mucho que había llorado a JULIO el
año anterior. Se volvió a mirar por la ventana.
–¿El bebé está sano?
–Sí –CANDY respiró hondo–. ¿Puedes, por favor, hacer que me lo traigan?
Entiendo que te pueda parecer que Michael me es indiferente…
–En absoluto.
–Pero tal vez creas que estoy menos apegada a él de lo que estoy. He
estado con él y lo he cuidado desde su nacimiento, porque ANNIE no era capaz.
Y cuando ella murió, nos quedamos solos. Por eso, estoy deseando volver a
tenerlo en mis brazos y todo esto me resulta tan difícil. Hemos estado
siempre juntos los últimos meses. Lo echo mucho de menos.
TERRY no quería que ella le cayera bien ni preocuparse por ella en
ningún sentido, pero era imposible no hacerlo al contemplar sus ojos llenos
de lágrimas y oír su voz, ronca de la emoción. O bien era una consumada actriz
o el niño le importaba mucho.
–¿Puedes llamar para que lo traigan, por favor? –le pidió ella mirándolo a los ojos–. Por favor.
TERRY no estaba dispuesto a devolver al niño a una mujer que lo había
abandonado en manos de un desconocido, pero su ruego debilitó su resistencia.
Se sacó el móvil del bolsillo y mandó un mensaje a su ama de llaves para que
llevara al niño al despacho.
–Ya está. Pronto lo traerán.
–Gracias –contestó ella sonriéndole.
Su sonrisa lo descolocó. Era una mujer atractiva, pero, cuando sonreía, era
decididamente hermosa. Frunció el ceño, enfadado consigo mismo por
haberlo notado. No quería que le resultase hermosa ni recordar su cuerpo
apretado contra el de él al lado del canal, su calor y sus curvas, ya que eso no
significaba que tuviera un corazón puro ni buenas intenciones.
Llamaron suavemente a la puerta del despacho, que seguía abierta. Paty
entró llevando en brazos al niño, que estaba despierto y se retorcía llorando.
CANDY se adelantó y agarró al bebé. Lo acunó y lo besó en la cabeza y en la
sien. El bebé dejó de llorar. Candy volvió a besarlo mientras lo acunaba
dulcemente. El niño alzó la cabeza, la miró a los ojos y le sonrió.
A TERRY se le formó un nudo en la garganta. Apartó la vista, incómodo.
Aquel era, supuestamente el hijo de su hermano, y él se mantenía al margen.
Se le ocurrió que tal vez hubiera esperado demasiado para conocer a su
sobrino. Al intentar ser precavido mientras se llevaba a cabo la investigación,
había dejado que se estableciera un vínculo entre CANDY y el bebé. Si se
descuidaba, era posible que ella desapareciera con Michael. Ya había perdido a
JULIO, por lo que no podía perder también a su hijo.
Se situó tras el escritorio y desplazó un montón de papeles a una esquina,
–Michael está a gusto contigo.
CANDY se quedó inmóvil. Durante unos segundos se había olvidado de la
presencia de TERRY, lo que le pareció imposible. TERRY DECARLO no era un
hombre del que pudieras olvidarte. Poseía una intensa energía que, a veces,
resultaba abrumadora.
–Lo quiero
–En realidad, no tenías ninguna intención de dejarlo aquí, ¿verdad?
–Rogaba para no tener que volver a montarme en el taxi acuático.
–Y si yo no hubiera salido, ¿te habrías ido?
–Hubiera regresado al hotel y te habría esperado allí –besó la manita del
niño–. Te habría esperado veinte o treinta minutos, pero habría .CONTINUARA...
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El ángel que nos unió unió.
RomanceEstá es una adaptación no es de mi autoria, de janeth Potter. La adaptación esta hecha sin fines de lucro. Los personajes de esté fanfic, no me pertenecen, son de keiko nagarita. La historia es para entretenimiento. Una hermosa historia de amor, que...