Capítulo 1

69 5 0
                                    

— Cass, ¿podrías enamorarte de alguien más en el futuro? —

— Nunca, Wyatt. Nunca —

Arrinconado entre dos cuerpos como robles, riendo fingidamente, estirando la comisura de sus labios gracias a la descarga del alcohol en su bebida, le temblaban los dedos al sostener el vaso de plástico en su mano, el primo de su amigo Steven podía resumirse en una palabra: Común.

La estridente risa de la chica pegada junto a él, se mezclaba con la música sonando en los altavoces del pequeño bar. El sabor amargo se entrelazaba con la nicotina de los cigarros, un solo respiro significaba cargarse los pulmones con el aire de una ciudad industrial.

Los rubios cabellos de la fémina se le enredaron entre los dedos al fijar su mano sobre su cintura. Ella seguía deslumbrando la mesa con su sensualidad, hasta sus pestañeos eran objeto de devoción. Sus suaves labios le acariciaron el oído, la melosa voz empapada de jugueteo, le causó cosquillas.

— ¿Por qué no vamos a un lugar privado, Cassian? — Las yemas de sus dedos se deslizaban con maestría alrededor de su camisa, la hermosa sonrisa de labios pintados en un profundo carmín, solo invitaban a pecar.

Él no estaba realmente interesado. Pasó gran parte de la velada en ese mismo sofá, hundiendo su culo hasta fijarle la forma al vinil, mientras se embriagaba con alcohol barato, escuchando los chistes sin gracia de Chad, uno de los viejos amigos de la facultad de informática. Aquellos buenos tiempos solo eran recuerdos nostálgicos.

— Porque no tengo ganas... Quizá deberías buscar a alguien más — podía percibir pegado a su nariz, el aroma de su perfume, cada inhalación solo le hacía recordar a su ex novia, usaban la misma marca.

¿Jessica? ¿Estela? ¿Melissa? Su nombre no le había importado. Aunque estuviese toda la noche sujeta a su cuello, él no se molestaría en recordarlo. Ignoró el golpe en su pierna de la fémina al maldecirlo por su falta de modales, perdió la batalla al reír levemente, burlándose por su mala suerte.

La noche tranquila de copas empezaba con drama y dolores de cabeza. Desgraciadamente, estaba acostumbrado a llamar la atención allá donde fuese. Su belleza era una maldición.

Recostó la cabeza sobre el respaldo del asiento, deslizándose al soltar un profundo suspiro cargado de frustración. El aire rupestre del local, le hacía sentir en medio del rancho de sus abuelos, cerrar los ojos le haría recordar esos tiempos de niñez, en el sofá de cuero, recostando los pies en un taburete de madera de roble, imitando al abuelo. Irónico, porque no era sentimental con su familia, prefería desconocerlos.

El sonido de risas acompañando del golpeteo de unas bolas de billar le hizo recobrar el sentido. Dio un largo trago a su botella, relamiendo el sabor del licor atrapado en sus labios. Su mirada cayó inevitablemente en el lamentable hombre de risa torpe frente a él.

— ¿Al fin te dejaron solo? —

Durante toda la noche, esa era la segunda vez en que cruzaban palabras.

Wyatt se sobó adolorido el cuello, el gorila llamado Saúl le había enrollado su pesado brazo sobre los hombros por alrededor de una hora. La sola idea de tenerlo encima de nuevo le provocó un escalofrío. Al chico le tomó un par de segundos comprender que otro de los amigos de su primo le estaba hablando.

— Mi primo tiene amigos bastante... — Otra risa fingida apareció de sus labios al detenerse a pensar lo que diría.

— Idiotas — Cassian rellenó el silencio antes de volver a ahogarse en alcohol.

— Pasionales, la palabra es pasionales — corrigió, rezando por no tener que alargar una incómoda charla por otra hora con otro desconocido. Apreciaba a su primo, no por ello era fan de su idea de obligarle a socializar porque necesitaba amigos.

LovelyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora