El libro entre sus manos ni siquiera era interesante. Un drama detectivesco al que le había terminado perdiendo el hilo por no poder concentrarse. Albert se lo había obsequiado con tal de alejarlo un rato de su celular y las interminables películas de acción que se pasaba viendo para matar el tiempo. Quizá estaba celoso de los formidables hombres de acción.
Ni siquiera giró a mirar, sabía quién era el que entraba por la puerta, con un humeante tazón de sopa repleta de vegetales que no quería devorar. Las torturas medievales seguían activas en los siglos contemporáneos, solo se adaptaron a la época.
— ¿Escuchaste los rumores? — Jugó con la hoja de papel entre sus dedos, hasta la caligrafía era simplona, repleta de páginas y páginas interminables para un lector poco ávido — Parece que un indecente doctor y un pobre paciente desahuciado están saliendo —
Albert había desarrollado una enfermedad a medida que pasaba su tiempo con aquel deslumbrante hombre, lo llamó, la sonrisa perpetua. Cassian tenía un arte por sacarle las risas más sinceras sin necesidad de esforzarse. El amor era una rama de la medicina desconocida.
— No — Albert tomó el lugar a su lado, ansioso por algún día poder avanzar más allá de ese límite entre el sofá y la camilla, a veces las distancias eran mucho más grandes de las pensadas — No lo sabía —
— ¡Que par de degenerados! — Cassian se hundió de nuevo entre las hojas, pretendiendo leer aprovechando la luz del sol entrando por las ventanas abiertas. El único consuelo dentro de su encierro, era tener un poco de aire limpio por las mañanas — Deberían avergonzarse de ser inmorales, la juventud ya no tiene valores —
Un cálido y agradable silencio entre los dos, empezó a ser partícipe de sus rutinas. Albert podría agregar como otro de sus pasatiempos, además de los libros de misterio y ficción, el contar los suspiros de Cassian. El concepto del tiempo se reinventaba en aquella habitación, en ese pequeño mundo donde solo ellos existían.
— Quizá deberíamos hacer reales esos rumores — El médico cubrió su boca de la impresión por la sorpresa de sus propios pensamientos. Abochornado, alcanzó a imitar una risa, queriendo desviar la atención con la excusa de una broma — Lo siento, no he dormido bien, solo dije... —
— Deberíamos — su paciente le interrumpió sin verlo, el rubor en sus mejillas podía expresar con mayor honestidad su vergüenza porque, aunque fingiera un derroche de seguridad, muy en el fondo era solo un hombre asustadizo.
— Deberíamos — repitió en su ensoñamiento. El cansancio de trabajar doble turno le estaba jugando una mala broma a su pobre corazón.
Cassian terminó cerrando el libro con mucha fuerza, haciendo al trasnochado hombre pegar un salto en su asiento, siguiendo sus movimientos con torpeza, no podía coordinar ni las palabras de la sorpresa.
— ¿Acaso no piensas besarme, Albert? — No recordaba ni una sola vez en la que hubiese tenido que rogar por un beso, porque él era quien los robaba sin delicadeza, no esperaba como una frágil damisela que alguien tomase el control. Él le hacía ver el mundo desde otras perspectivas.
Tanta dulzura frente a sus ojos le hizo temblar, por poco acaba de rodillas, sintiéndose insuficiente de siquiera manchar su imagen con esa idea — ¿Puedo? —
— No creí que serías tan caballeroso de pedirme permiso — Perdió la página en la que iba, en realidad solo había estado cambiando de hojas, sin prestar atención por adentrarse en sus propios pensamientos, todos girando alrededor de ese hombre frente a él — Somos pareja, ¿necesitas permiso? —
— Lo necesito. Incluso si nos casáramos, lo necesitaría — El límite entre ellos desapareció. Tocó la camilla con los muslos, tenía miedo de hacerle tiritar por sus propios nervios. Sus ojos como espejos solo reflejaban ese par de labios pálidos, encontrar sus ojos verdes era un delito, y aun así él quería cometer ese pecado mortal.
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Lovely
Romance¿Qué tan lejos se puede llegar por amor? Albert robó un corazón, literalmente. Cassian solo era un paciente más en su lista, un hombre al borde del abismo... Hasta que le miró a los ojos y sacudió su mundo entero.