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El clima en Mónaco había cambiado drásticamente en los últimos días, pasando de cielos soleados a nubes grises y lluvias constantes. Para Juliete, el cambio climático parecía reflejar la turbulencia emocional que comenzaba a agitarse en su interior. Aunque había empezado a explorar su relación con Yuki, las sombras del pasado estaban comenzando a resurgir, amenazando con nublar su felicidad recién descubierta.
Estaba en su apartamento, mirando por la ventana las gotas de lluvia que corrían por el cristal. Su teléfono vibró con un mensaje de Yuki, pero en lugar de la calidez habitual, sintió un nudo de ansiedad apretándose en su pecho.
Yuki: Hola, Julie. ¿Te gustaría cenar esta noche? Tengo ganas de verte.*
Juliete miró el mensaje, su mente abrumada por pensamientos de inseguridad. La posibilidad de abrirse completamente a alguien la llenaba de miedo, especialmente cuando sus viejas heridas comenzaban a doler de nuevo. Con manos temblorosas, respondió.
Juliete: Lo siento, Yuki. Hoy no me siento bien. Tal vez otro día.
En su hotel en Niza, Yuki frunció el ceño al leer la respuesta. Había notado que Juliete se mostraba distante últimamente, y no podía evitar preocuparse. Decidió darle algo de espacio, pero su preocupación solo crecía.
Yuki: Está bien. Espero que te sientas mejor pronto. Estoy aquí si necesitas hablar.
Juliete apagó su teléfono y se dejó caer en el sofá, sintiendo el peso de sus emociones aplastándola. Las viejas heridas de una relación pasada, marcada por la traición y el dolor, volvían a la superficie, haciéndola cuestionar si realmente podía confiar en Yuki. La idea de ser herida nuevamente la paralizaba.
Días después, Yuki estaba en una reunión de equipo en la sede de AlphaTauri en Faenza, Italia, discutiendo la estrategia para la próxima carrera. La conversación era técnica y profesional, pero su mente seguía divagando hacia Juliete. Después de la reunión, se encontró con Pierre en la cafetería.
—Hey, Yuki, te ves distraído. ¿Todo bien? —preguntó Pierre, notando la expresión de preocupación en el rostro de su compañero.
Yuki suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—No estoy seguro. —admitió—. Las cosas con Juliette han estado raras últimamente. Se ha distanciado, y no sé por qué.
Pierre se recargó en la silla, observando a Yuki con una mezcla de seriedad y humor.
—¿Has intentado hablar con ella al respecto? —sugirió—. Tal vez está pasando por algo y no quiere cargarlo sobre ti.
Yuki asintió lentamente, pero el miedo a que Juliette estuviera reconsiderando su relación seguía latente.
—Sí, pero no quiero presionarla. —dijo, sus palabras llenas de preocupación—. ¿Qué tal si es algo que hice o dije sin darme cuenta?
Pierre frunció el ceño, tratando de consolar a su amigo.
