Extra || Bonita despedida

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Julie estaba en su habitación, con la cámara encendida, compartiendo un rato con sus seguidores. Su cabello estaba despeinado y su expresión, aunque aún dulce, dejaba ver una ligera melancolía.

—Sé que ya les conté que Yuki tiene que viajar esta noche a Monza —dijo, apoyando el mentón en su mano—. Me cuesta acostumbrarme a estos viajes, y esta vez no podremos despedirnos. Así que… no sé, estoy un poco bajoneada.

Sus seguidores comenzaron a dejar comentarios de ánimo, y Julie sonrió al leerlos, aunque el brillo en sus ojos seguía apagado. No importaba cuántos Grandes Premios hubieran pasado o lo acostumbrada que estuviera a las despedidas; siempre sentía un vacío cuando Yuki se iba.

—Ya sé, ya sé —se rió, respondiendo a los mensajes de consuelo—. Es parte de estar con alguien como él, ¿no? —se encogió de hombros—. Pero no puedo evitar extrañarlo.

Mientras hablaba, sin darse cuenta, Yuki había entrado en la habitación, con un ramo de camelias en las manos. Los comentarios de los seguidores comenzaron a explotar en la pantalla, pero Julie, concentrada en su relato, aún no se había dado cuenta.

—Julie, ¡atrás! 😮😮😮😮😮 —Dijo alguien de su chat.

Finalmente, Julie notó el revuelo en el chat, giró la cabeza y se encontró con Yuki, de pie a pocos pasos de ella, con una sonrisa tímida y el ramo de camelias japonesas que parecía resplandecer en sus manos.

Su expresión pasó de la sorpresa a la absoluta felicidad, y sin poder contenerse, se llevó una mano a la boca, riendo entre la emoción y la incredulidad.

—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó, con el brillo en sus ojos que solo él sabía provocar.

—No podía irme sin despedirme de mi Julie —dijo Yuki suavemente, acercándose y extendiéndole las flores—. Pensé que te gustaría tener algo que te recordara a mí.

Julie tomó las camelias, conmovida, mientras los comentarios seguían fluyendo con rapidez, llenos de corazones y reacciones de sus seguidores.

—Tú siempre me sorprendes, Yuki —murmuró ella, abrazándolo sin pensar—. Esto… esto significa mucho para mí.

Él la abrazó también, en silencio, mientras la pantalla seguía mostrando mensajes y emojis. Julie apenas recordaba que el en vivo aún estaba encendido; en ese momento, solo existían ellos dos, y el silencio compartido en un abrazo que decía todo lo que las palabras no podían.

—Nos vemos pronto, chicos, y gracias por cuidar de mi Julie —dijo, guiñándoles un ojo.

Julie rió y, con una despedida apresurada, apagó el en vivo para disfrutar de los últimos minutos junto a Yuki antes de su viaje. Con el ramo en sus manos y la presencia de Yuki a su lado, todas las pequeñas tristezas se desvanecieron, dejando solo un momento de felicidad pura.

Y así, mientras él le daba un último abrazo antes de irse, Julie sintió que todas las despedidas valían la pena si, al final, siempre había un reencuentro esperándolos.

—Sabes… justo estaba contando que iba a extrañarte un montón —dijo ella, riéndose mientras un ligero sonrojo le cubría las mejillas.

—Entonces hice bien en venir —respondió él, mirándola con una expresión suave y algo traviesa—. No quiero que te pongas triste, Julie. Ya sabes que en cada viaje, me llevo un pedacito de nosotros.

Julie miró de nuevo las camelias y luego a Yuki, y, con una chispa de valentía y cariño en sus ojos, lo miró directamente.

—Bueno, supongo que tendrás que irte pronto —dijo, tratando de ocultar el nudo en su garganta.

Yuki le dio un último apretón en la mano, susurrando para que solo ella escuchara, aunque no había nadie más allí.

—Volveré antes de que te des cuenta. Y esta vez, traeré algo especial de Monza… algo que te haga sonreír como hoy.

Julie asintió, y antes de que él se fuera, le dio un suave beso en los labios, despidiéndose en un gesto que, aunque discreto, contenía toda la emoción de su relación.

Cuando Yuki salió de la habitación, Julie se quedó un momento en silencio, aún con las camelias en la mano.













































En el aeropuerto de regreso, Yuki caminaba por la terminal, con la mirada atenta entre la multitud que avanzaba rápidamente. Había sido un viaje intenso en Monza, pero ahora, de vuelta, su mente estaba únicamente en Julie. Mientras avanzaba, sus pensamientos iban volviendo una y otra vez a esa despedida apresurada, a la sorpresa con las camelias y a ese momento compartido, como si fuera el último pedazo de hogar que llevaba consigo en cada carrera.

Al llegar al área de llegadas, Yuki divisó a Julie entre la gente. Ella no se percató al principio, pero al ver a Yuki aparecer entre los pasajeros, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y felicidad. Se abrió paso entre la gente y corrió hacia él, sin importar las miradas curiosas a su alrededor.

Cuando finalmente se encontraron, Julie se lanzó a sus brazos, envolviéndolo en un abrazo que contenía todo lo que había guardado en su corazón desde que él partió. Yuki la rodeó con sus brazos con igual fuerza, dejando escapar un suspiro de alivio, como si todas las tensiones y el cansancio del viaje se disiparan al sentirla cerca.

—No puedo creer que estés aquí tan pronto —dijo Julie, separándose apenas un poco para mirarlo a los ojos, todavía sosteniéndolo con fuerza.

Yuki sonrió, acariciándole el rostro con ternura, mientras veía cómo sus ojos brillaban con la emoción del reencuentro.

—Te lo prometí, ¿no? Que regresaría antes de que lo notaras. —Su voz era baja y cálida, y Julie se sintió envuelta en la seguridad de sus palabras.

Sin soltarle las manos, Julie lo miró fijamente, como si quisiera memorizar cada detalle de su expresión.

—Cada vez que te vas, me pregunto si realmente vale la pena todo esto… —susurró, en voz casi inaudible, pero antes de que Yuki pudiera reaccionar, Julie continuó—. Pero luego vuelves, y entonces recuerdo por qué todo esto es tan importante.

Yuki sonrió, enternecido, y sacó de su mochila un pequeño paquete, extendiéndoselo a Julie.

—Te prometí que traería algo especial. —Dentro, había una caja pequeña, y cuando Julie la abrió, encontró un broche delicado, hecho de plata y en forma de camelia.

Ella lo observó, conmovida, mientras Yuki le decía:

—Quiero que lo tengas contigo, para que cuando no esté, recuerdes que siempre hay algo de mí a tu lado.

Julie lo miró, sin palabras, y antes de decir algo, se acercó para darle un beso. Este reencuentro, rodeado del bullicio del aeropuerto y del ajetreo de los viajeros, era el espacio perfecto para su mundo. Allí, entre sus brazos, Julie sentía que cada despedida valía la pena, porque siempre habría un regreso tan sincero y lleno de amor como este.

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𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐞𝐲𝐞𝐬 (𝘠𝘶𝘬𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘯𝘰𝘥𝘢 𝘍𝘢𝘯𝘍𝘪𝘤𝘵𝘪𝘰𝘯)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora