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Después de la entrega del cuadro, Juliete y Yuki quedaron sentados en el sofá, el ambiente tranquilo pero cargado de algo nuevo. El mar seguía susurrando desde la ventana, y la noche en Mónaco envolvía la escena en una cálida y serena quietud. Ambos sabían que ese momento era diferente, que la conexión que habían estado construyendo poco a poco finalmente había alcanzado un punto de inflexión.

Yuki, aún mirando el cuadro de reojo, no podía dejar de sentir que Juliete lo entendía de una forma que nadie más lo había hecho. Era como si hubiera visto más allá de la coraza del piloto, y ahora él no podía ignorar lo que sentía.

Juliete, por su parte, estaba más nerviosa de lo que aparentaba. Su corazón latía con fuerza, y aunque habían compartido tantos momentos especiales, había algo en esta noche que la hacía sentir vulnerable. Sentía que, de alguna manera, habían cruzado una línea invisible, y ya no había vuelta atrás.

—¿En qué piensas? —preguntó Juliete finalmente, rompiendo el silencio.

Yuki la miró, sus ojos suavizando la intensidad que solía mostrar en la pista.

—En lo afortunado que soy. —dijo con sinceridad, y luego, tras una pausa—. Y en lo increíble que eres tú.

Juliete sintió sus mejillas enrojecer ante sus palabras. Había algo en la forma en que Yuki la miraba, algo cálido y profundo que la hacía sentir completamente vista.

—No sé qué decir... —susurró ella.

Yuki sonrió de lado, esa sonrisa tranquila y genuina que la había desarmado desde el principio.

—No tienes que decir nada. —respondió, mientras se inclinaba un poco más cerca de ella—. Solo... quería agradecerte. No solo por el cuadro, sino por todo. Por estar aquí. Por entenderme.

Juliete sostuvo su mirada, y en ese instante, supo lo que iba a pasar. El mundo alrededor se volvió borroso, como si el tiempo se ralentizara, y solo quedaran ellos dos, en ese espacio íntimo y cálido.

Yuki, con una ternura que era nueva para él, llevó una mano a la mejilla de Juliete, acariciando suavemente su piel. Ella cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por la sensación de su tacto, mientras el espacio entre ellos se reducía. Ninguno de los dos dijo nada más, las palabras eran innecesarias.

Y entonces, sin más preámbulos, Yuki se inclinó y sus labios encontraron los de Juliete. Fue un beso suave, casi tímido, pero lleno de significado. No era un beso apresurado ni impulsivo, sino uno que llevaba consigo todo lo que habían estado sintiendo, todo lo que había quedado sin decir.

Juliete respondió al beso con igual delicadeza, sintiendo cómo su corazón latía desbocado, pero al mismo tiempo una paz interior la envolvía. Había algo seguro, algo que decía que este momento era el correcto, que esto no era una chispa fugaz, sino el inicio de algo más.

Cuando se separaron, ambos se miraron por un momento, sonriendo, como si compartieran un secreto. Juliete apoyó su frente en la de Yuki, mientras ambos recuperaban el aliento. No era necesario decir nada, porque todo había quedado claro con ese beso.

—Supongo que esto cambia las cosas. —dijo Juliete en un susurro, sus labios aún rozando los de Yuki.

Yuki sonrió y asintió.

—Sí, las cambia. —respondió—. Pero me alegra que lo haga.

Ambos rieron suavemente, como si el peso de la incertidumbre hubiera desaparecido, dejándolos solos con una sensación de alivio y felicidad.





𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐞𝐲𝐞𝐬 (𝘠𝘶𝘬𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘯𝘰𝘥𝘢 𝘍𝘢𝘯𝘍𝘪𝘤𝘵𝘪𝘰𝘯)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora