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Después de aquella confesión en los jardines de Mónaco, Yuki y Juliete lograron continuar con sus vidas, manteniendo una comunicación abierta y reconfortante. Ambos encontraron en sus conversaciones diarias una tranquilidad que les permitió olvidar, al menos temporalmente, los fantasmas del pasado. Paseaban juntos por el puerto, compartían cenas en restaurantes escondidos y disfrutaban de la compañía del otro, sumidos en una burbuja de felicidad.


Monaco 📍

Juliete y Yuki caminaban por la Promenade des Champions, una avenida que ofrecía impresionantes vistas del puerto. Juliete señalaba alegremente los barcos lujosos que flotaban en el puerto mientras Yuki escuchaba atentamente, riéndose ante su entusiasmo contagioso.

—¿Alguna vez has querido navegar en uno de esos? —preguntó Yuki, sonriendo.

—Oh, me encantaría. —respondió Juliete, sus ojos brillando—. Siempre he soñado con navegar por el Mediterráneo, pero nunca he tenido la oportunidad.

Yuki la miró con ternura, pensando en cómo podría sorprenderla en el futuro.

—Quizá deberíamos hacer eso algún día. —sugirió, juguetonamente—. Un viaje por mar, solo tú y yo.

Juliete rió, encantada con la idea.

—Me encantaría. —dijo, tomando la mano de Yuki con una sonrisa.





















Los días pasaban sin mayores sobresaltos, con Juliette encontrando cada vez más consuelo en la presencia de Yuki. A pesar de las inseguridades, su relación parecía florecer. Sin embargo, la tranquilidad estaba a punto de romperse.

En una mañana lluviosa, Juliette estaba en la cocina de su apartamento, preparando café, cuando su teléfono sonó. Miró la pantalla y su corazón se detuvo al ver el nombre que aparecía: Gabriel.

Gabriel era su exnovio, el hombre que la había traicionado profundamente y cuyas acciones habían dejado cicatrices que todavía dolían. No había tenido contacto con él desde su ruptura, y ver su nombre en la pantalla del teléfono le provocó una oleada de ansiedad.

Tomó una respiración profunda y respondió la llamada, con la mano temblando ligeramente.

—Hola, Gabriel. —dijo, su voz controlada a pesar del miedo que sentía.

—Hola, Juliette. —respondió Gabriel, su voz sonaba tan familiar que provocó un escalofrío en su columna—. Siento llamarte de la nada, pero estoy en Mónaco y pensé que podríamos hablar.

Juliette cerró los ojos, sintiendo cómo la paz que había construido con tanto esfuerzo comenzaba a desmoronarse.

—¿Hablar sobre qué? —preguntó, tratando de mantener la calma.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐞𝐲𝐞𝐬 (𝘠𝘶𝘬𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘯𝘰𝘥𝘢 𝘍𝘢𝘯𝘍𝘪𝘤𝘵𝘪𝘰𝘯)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora