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Desde aquel beso, Yuki y yo nos seguimos viendo. A veces, yo iba a los Grandes Premios, y ahí nos veíamos y pasábamos todos sus momentos libres juntos. La emoción que me daba cada vez que lo veía bajar de su monoplaza, con esa mezcla de adrenalina y cansancio reflejada en sus ojos, era indescriptible. En medio del caos de cada carrera, siempre había tiempo para nosotros, aunque fueran solo unos minutos robados entre entrevistas y reuniones de equipo.

La primera vez que fui a un Gran Premio después de ese beso, Yuki parecía más nervioso de lo normal. Lo noté en su mirada cuando me encontró en el paddock de Barcelona. Bajó de su auto, y en cuanto terminó con sus compromisos, se acercó rápidamente hacia mí.

—No puedo creer que estés aquí —me dijo, con una sonrisa que no podía ocultar su emoción.

—¿Acaso pensabas que me lo iba a perder? —respondí, sonriendo, aunque yo también sentía una mezcla de nervios y emoción por estar en su mundo.

Después de esa carrera, las cosas parecieron fluir con una naturalidad que ni él ni yo habíamos esperado. Siempre encontraba la manera de incluirme en su día. A veces era una simple charla entre sesiones de práctica o una cena rápida en su hotel, donde podía relajarse sin la presión de las cámaras y la atención mediática.

Uno de mis recuerdos favoritos fue el fin de semana del Gran Premio de Italia, en Monza. Yuki estaba especialmente concentrado en la pista, pero aún así, buscaba cualquier excusa para pasar un momento conmigo. Después de la calificación, en la que había quedado fuera de la Q3, lo encontré sentado solo en su pequeño rincón del paddock, con la cabeza entre las manos.

—Hey... —le dije suavemente, sentándome a su lado.

—No fue mi mejor día... —dijo sin mirarme, su voz cargada de frustración.

Le tomé la mano con cuidado, sabiendo que no quería hablar mucho del tema. A veces, simplemente necesitaba estar ahí, sin palabras, solo con mi presencia.

—Mañana será mejor. —respondí, apretando su mano con delicadeza—. Y además, no estás solo en esto.

Él me miró finalmente, con una leve sonrisa, y me dio un beso suave en la frente antes de apoyarse en mi hombro, cerrando los ojos por unos segundos.

Pasaron varias semanas de esa rutina: ir a las carreras, mensajes de madrugada después de sus vuelos, y algunas videollamadas cuando la distancia se volvía inevitable. Todo parecía marchar bien, pero en el fondo, sabía que había algo más que quería hablar con él, algo que me daba vueltas en la cabeza.

Una noche, después de una carrera agotadora en Singapur, decidí enfrentar mis propios temores. Estábamos cenando en su hotel, y aunque todo parecía estar bien, había un nerviosismo en mi pecho que no podía ignorar.

—Yuki... —comencé, jugueteando con mi tenedor mientras lo miraba a los ojos.

—¿Qué pasa? —me preguntó, notando mi tono más serio.

—Hay algo que he estado pensando... —hice una pausa, tratando de encontrar las palabras correctas—. No quiero que sientas que estoy forzando algo, pero... esto entre nosotros, me importa mucho. Y no sé si tú sientes lo mismo.

Yuki me miró en silencio por un momento, antes de dejar su cubierto en la mesa y tomar mis manos entre las suyas.

—Julie, no tienes idea de cuánto me importa lo que tenemos. —dijo, mirándome con esa sinceridad que siempre me desarmaba—. Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Pero sé que mi vida no es fácil, con las carreras, los viajes... no quiero que eso te lastime.

Mi corazón latía con fuerza mientras lo escuchaba, pero sentí una calma al saber que él también compartía mis miedos.

—No me importa lo complicado que sea. —respondí, apretando sus manos—. Solo quiero estar contigo.

𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐞𝐲𝐞𝐬 (𝘠𝘶𝘬𝘪 𝘛𝘴𝘶𝘯𝘰𝘥𝘢 𝘍𝘢𝘯𝘍𝘪𝘤𝘵𝘪𝘰𝘯)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora