El eco de la soledad

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En el rincón más oscuro de la noche, donde las estrellas se esconden y los suspiros se desvanecen, allí reside la soledad, como un eco persistente. Un corazón roto, su compañero fiel, late en silencio, recordando amores perdidos.

Las sombras se alargan, abrazando la tristeza, y el viento murmura secretos que solo la soledad conoce. Las lágrimas se evaporan antes de tocar el suelo, y el alma se retuerce en su prisión de melancolía.

En el jardín de los recuerdos marchitos, las flores de la esperanza se marchitan una a una. Los versos no riman, las risas se desvanecen, y el eco de la soledad resuena en las paredes vacías.

¿Dónde está el abrazo que nunca llegó? ¿Dónde están las palabras que nunca se dijeron? La depresión se cierne como una nube gris, y el corazón roto busca refugio en la penumbra.

Las estrellas parpadean, como lágrimas en el cielo, y el amor se convierte en un fantasma que acecha. Las noches se alargan, como los suspiros sin fin, y la soledad se enrosca alrededor del alma solitaria.

En el espejo, el reflejo muestra cicatrices invisibles, las marcas de batallas internas, las heridas del tiempo. El corazón roto late con una melodía triste, una sinfonía de despedidas y promesas rotas.

Pero en la oscuridad también hay belleza, como las estrellas que brillan con más intensidad. La soledad es un lienzo en blanco, esperando ser pintado, y el corazón roto es un poema incompleto, anhelando versos nuevos.

Así que abrazo la soledad como a un viejo amigo, y dejo que el eco me envuelva, susurros de esperanza. Porque en la quietud de la noche, encuentro mi voz, y en el corazón roto, encuentro la fuerza para sanar.

𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐣𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora