La penumbra de un bosque ancestral, donde las sombras se entrelazan con la vida, un ser de cuernos y ojos resplandecientes acuna un cráneo en sus manos.
Las hojas susurran secretos antiguos, y las flores rojas destellan como rubíes. La muerte y la vida danzan en espiral, un ciclo eterno tejido por la naturaleza.
Los cuernos, símbolos de poder y misterio, se alzan hacia el cielo como ramas de árboles. El cráneo, testigo silente de historias olvidadas, susurra sus enigmas al viento nocturno.
¿Es este ser un guardián de los bosques, o un viajero entre mundos invisibles? Sus ojos brillan con la sabiduría de los siglos, y su abrazo al cráneo es un tributo a la existencia.
Quizás sea la personificación de la dualidad, la unión de lo oscuro y lo luminoso. En su presencia, sentimos la fragilidad de la vida, y la promesa de renacimiento en cada sombra.
Así, entre la maleza y la penumbra, el ser con cuernos y ojos resplandecientes nos invita a reflexionar sobre nuestra propia esencia, y a abrazar la danza eterna de la creación y la muerte
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𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐣𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨
PoetryPara a todas esas personitas que tanto como yo pueden llegar a sentirse así