En el abrazo de la penumbra y la luz, dos almas se entrelazan en un baile ancestral. El oscuro y el etéreo, en un juego de contrastes, se funden en un abrazo que trasciende el tiempo.
El primero, sólido y denso como la tierra, susurra secretos antiguos en la noche sin fin. Sus contornos marcados, como rocas talladas, guardan la memoria de los siglos pasados.
El segundo, vaporoso y etéreo como el viento, se desliza entre los dedos del tiempo y el espacio. Sus formas cambiantes, como nubes en el crepúsculo, tejen sueños y esperanzas en el lienzo del universo.
Ambos se encuentran en un abrazo apasionado, como amantes que se buscan en la oscuridad. La dualidad se desvanece, y en su lugar, nace una nueva creación, un tercer ser luminoso.
Así danzan en el umbral de lo conocido y lo desconocido, dos mitades que se completan en su imperfección. La penumbra y la luz, en su eterno abrazo, nos enseñan que la verdadera belleza reside en la unión.
¿Qué secretos comparten en su danza silenciosa? ¿Qué misterios desvelan en su juego de sombras? Quizás nunca lo sabremos, pero en su danza, encontramos la magia que nos conecta con lo divino.
Así, en la danza de la dualidad, aprendemos: no hay luz sin oscuridad, ni oscuridad sin luz. Y en ese equilibrio, en esa danza eterna, encontramos nuestra propia esencia, nuestra verdad.
Que esta poesía sea un tributo a su baile, una reverencia a la unión de opuestos que nos guía. En la penumbra y la luz, en su danza sin fin, encontramos la belleza de ser humanos, de ser uno.
Imágen en la que encontré inspiración
Nota: en la imagen muestra una representación monocrómatica de dos figuras contrastantes, una compuesta de formas sólidas y oscuras, y la otra de texturas luminosas y etéreas, entrelazadas en una pose íntima que sugiere un baile o abrazo entre la oscuridad y la luz
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𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐣𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨
PoetryPara a todas esas personitas que tanto como yo pueden llegar a sentirse así