La sala estéril, donde la ciencia se aferra, la naturaleza susurra su antigua canción. Las enredaderas trepan por las paredes, buscando la luz que se filtra desde la ventana.
Las flores emergen de las grietas en los azulejos, como recuerdos olvidados que se niegan a desvanecer. El monitor cardíaco, silente ahora, guarda secretos de vidas pasadas y presentes.
El asiento vacío, testigo mudo de historias no contadas, se hunde bajo el peso de los años y las lágrimas. La naturaleza reclama su espacio, tejiendo un tapiz de vida en este rincón clínico.
Y mientras el sol danza entre las hojas verdes, la sala médica se transforma en un santuario. La ciencia y la naturaleza, en un abrazo silente, nos recuerdan que incluso en la quietud, hay vida.
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𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐣𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐒𝐢𝐥𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨
PoetryPara a todas esas personitas que tanto como yo pueden llegar a sentirse así