8. Bienvenidos al abismo

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Valle Antiguo, 100 aps (Escala de presión abisal)

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Valle Antiguo, 100 aps (Escala de presión abisal)

Hace mucho que le perdí el miedo a la muerte.

Sobre todo, porque cuando el mundo empieza a girar a mis pies y la bruma espesa del abismo me acaricia la piel como si estuviese flotando entre nubes, ya sé que estoy muerta. Me oprime los pulmones al punto de creer que moriré asfixiada antes de pisar el primer nivel. Me centro en mi posición. ¿Cuántas vueltas he dado? Arvin y Kowl deben de estar aproximándose desde arriba si es que han saltado después de mí, aunque ¿dónde es arriba y dónde abajo? Aquí el sonido es tan extraño que cuesta diferenciar si son murmullos de tu propia mente o si se trata de una bestia al acecho. Por un momento, la desorientación y el vértigo de estar cayendo en picado a través de la oscuridad me provoca náuseas, un nudo de arcadas que se me estanca en la garganta porque ni siquiera soy capaz de abrir la boca. ¿Será por eso que no oigo a nadie más de la tropa a mi alrededor? Parpadeo como si así pudiese quitarme la telaraña de opacidad que me abraza, pero es en vano.

Aquí está mi destino, oigo de algún lugar que deduzco que es mi cabeza.

A medida que pasan los segundos, la densidad en el aire se torna distinta. La velocidad a la que resbalo entre las sombras disminuye y puedo respirar mejor. Consigo mantener el «equilibrio», erguirme en el vacío si es que eso tiene algún tipo de sentido. Primero, una diminuta luz blanca bajo mis pies capta mi atención. Luego, esta se expande y hace que el corazón se me infle de alivio al percatarme de que son nubes blancas. El cielo se abre ante mí. Nubes reales. Puedo tocarlas, están frías. Al atravesarlas, diviso un inmenso valle que se despliega como un tapiz de colores vívidos. A lo lejos, las cumbres de las montañas se recortan contra el cielo azul, bañadas por la luz dorada de un sol inexistente, y el verde intenso de los bosques lejanos cubre las laderas de las colinas. Me quedo sin aliento.

Es el paisaje más impresionante que he contemplado en mi vida.

En la Escuela de Cuervos no explican qué hay dentro del abismo, ni siquiera se atreven a describir vagamente qué aspecto tiene, pues según mi amiga temen que los aprendices encuentren el camino hacia la Flor de Umbra y se revelen contra la Corona o la utilicen para métodos de magia prohibidos. Lo que sí se esmeran en detallar es el peligro que suponen algunas de las criaturas más letales que lo habitan y que existen tantos niveles de profundidad que es más fácil ser devorado a conseguir descender un solo nivel por tu cuenta.

Tiene su lógica teniendo en cuenta la magnitud de este valle.

—¡Bienvenida al Valle Antiguo, chica con agallas! —me grita Nadine desde abajo, rodeándose la boca con las manos. El eco de su voz en este espacio etéreo hace que mi corazón dé un vuelco—. ¿Te has meado en los pantalones? ¡Recuerda mover los brazos para impulsarte hacia nosotros!

Cuento a diez miembros de la tropa. Como imaginaba, Arvin y Kowl deben de estar aún en la oscuridad, porque cuando alzo la mirada no hay rastro de ellos. Hago aspavientos con los brazos y entiendo que aquí la gravedad funciona de una manera... ¿distinta? Mi cuerpo cae rápido hasta que, a unos pocos metros del prado, me detengo y vuelvo a flotar despacio. Las suelas de mis botas pierden el aire contenido al pisar la superficie.

©Piel de Cuervo (PDC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora