35. Dos vidas a cambio de un secreto

51 11 3
                                    

Bosque de los Anhelos, 1222 aps (Escala de presión abisal)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bosque de los Anhelos, 1222 aps (Escala de presión abisal)

Rawen decía que la gente en Khorvheim no hace amigos.

Me contaba que en la Escuela de Cuervos no detienen las trifulcas e incluso pueden llegar a matarse entre dos rivales por un simple comentario desafortunado. Que nadie corre peligros por otra persona ni se inmiscuye en asuntos que no le conciernen. Que los Cuervos no se protegen entre ellos, pero eso es mentira. He visto a muchos de mis compañeros salir en defensa de otros, a pesar de que podría haberles costado la vida. Como cuando Tyropher empujó a Thago para evitar que arremetiera contra él. Como cuando Dhonos me cubrió las espaldas en el puente mientras rescatábamos al biólogo.

En Mhyskard mi padre les daría una bofetada a los dos insensatos que osaran poner en peligro la seguridad de la formación o de la comunidad por diferencias personales y luego les daría una palmadita en la espalda para que se largasen de la muralla y no regresaran hasta haber reflexionado sobre sus actos.

Por suerte, yo no soy de Khorvheim.

Quizá por eso siento la urgencia de evitar la confrontación que sé que Dhonos está planeando en su cabeza. Me pongo en pie, asqueada por la mera presencia de Mei, y ahora que he captado la atención de él, escudriño la empuñadura de su espada y niego de forma disimulada antes de dirigirme a Nadine.

—¿Quién empieza la guardia?

—No lo hemos decidido aún.

—Quiero ser la primera. Alguien más y yo —digo volteándome hacia mis compañeros por si alguno se presenta voluntario, aunque justo al toparme con la mirada expectante de Kowl, la fusión perfecta del fuego en la oscuridad, Nadine se pone en pie y tira de mi codo.

—Te recuerdo que las órdenes las damos nosotros.

—Pues ordéname hacer la primera guardia con alguien más —espeto dando un paso hacia ella y los evidentes centímetros de altura que me saca me obligan a elevar la vista—. No me importa soportar el sueño un par de horas para que los demás descansen.

Entorno los párpados. No sé cómo demonios decirle que debemos parar esta situación o terminará en otro baño de sangre y en la división de la tropa, por muy individualistas que sean las normas ahora. Llegados a ese punto, no me contendré en cortarle la lengua a Mei por el simple hecho de hacerla callar hasta el final de la expedición. Nadine enarca las cejas y esboza una sonrisa alzando el mentón en un gesto de aprobación.

—Está bien. Haré la primera guardia contigo.

Respiro con normalidad de nuevo cuando Thago acompaña nuestra decisión tendiendo su capa en el suelo alfombrado de hojas junto a la fogata y el resto va rindiéndose al cansancio al imitar su maniobra. Aunque hemos acampado en un claro para minimizar los riesgos de encender un fuego en medio de la vegetación, estamos rodeados de árboles inmensos y Nadine elige el más cercano al círculo que hemos hecho alrededor del calor. No se quita la capa, sino que se sienta directamente sobre ella cubriéndose los hombros de la bruma fría que cae con la noche y descansa la espalda en el tronco robusto. Me siento a su lado con las piernas cruzadas mientras froto las manos en la tierra húmeda en un intento por desprenderme de los rastros de sangre que no he podido limpiarme porque apenas nos queda agua en las cantimploras.

©Piel de Cuervo (PDC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora