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Ya me sentía como nueva.

Después de haber seguido las recomendaciones de descansar, al día siguiente ya me sentía mucho mejor. 

Y hoy, necesitaba salir o me volvería loca. 

Aún buscaba apartamento nuevo y pronto tendría que retomar esa tarea. Tenía un mes más porque, a regañadientes, había pagado el alquiler en el tiempo límite que había pedido Gladis. Sin embargo, me negaba rotundamente a seguir en esto. 

Así que, sí o sí, me iba a mudar antes de que el próximo mes se acabará.

Así que, como me sentía mejor, en la mañana había recorrido gran parte de las calles más cercanas, buscando un lugar el cual podría rentar «sin mucho éxito». 

Derrotada, pedí un taxi y me fui directamente hasta el centro comercial Santa Fe, necesitaba conseguir un pasatiempo para mis momentos libres.

Cuando estaba en Caracas, no salía mucho, mis estudios junto con en mi trabajo a medio tiempo me mantenían ocupada, lo más que hacía era ver series. Sin embargo, cuando tuve que abandonar mis estudios para seguir trabajando, todo cambió. Apenas si tenía tiempo para mí. Y, ahora que lo tengo, quiero aprovecharlo lo más que pueda.

Por eso, fue que le dije a Anna que iría al concierto y por eso es que estoy aquí buscando algo que me llame la atención.

Recorrí las tiendas en busca de eso, no me gustaban los videojuegos y apenas tenía tiempo libre, tenía que ser algo que pudiera hacer a tiempo parcial y que no perdiera el interés de forma rápida. 

Caminaba tan ensimismada en mis pensamientos, que no vi a la figura que tenía al frente, hasta que impacté con ella.

—Lo siento —murmuré, cohibida.

Sin embargo, cuando reconocí al moreno, me relajé un poco.

—Descuida, mor, no hay problema.

Su cabello estaba diferente, ahora tenía trenzas tejidas, lo cual dejaba a la vista sus tatuajes en el cuello.

—¡Rodrigo! 

Reconocía esa voz, se me comenzaba a hacer conocida.

—Perdona, Sebas, pero me he tomado con alguien conocida.

Ahí estaba él, con una vestimenta oscura y a su lado venía el chico de risos y mirada risueña. Quien se sonrojó como tomate cuando me reconoció.

—Hola, Majo. 

Sonreí.

—Hola, Sebastián, y amigo de Sebastián.

—Soy Manuel. —No sé si era posible, pero creo que se sonrojó mucho más. Creo que aún no superaba el pequeño inconveniente del otro día.

El moreno y Sebastián intercambiaron una mirada que no supe cómo interpretar. Luego, miraron a Manuel brevemente.

—Yo voy a… Seguir.

—Espera, mor —Rodrigo pasó su brazo por mis hombros, cosa que me hizo sentir algo incómoda. Al único se solía aceptarle contacto físico, era a Jorge. 

Sin poder evitarlo, me solté de su agarre como si me quemara y casi de inmediato, ellos notaron mi cambio de humor.

—Lo siento, pero en serio tengo que continuar. Nos vemos —me despedí rápidamente y caminé aún más rápido.

Sabía que no lo había hecho a propósito o con intenciones de incomodarme, pero con el espacio personal era alguien un poco delicada. No me gustaba mucho que invadieran el mío, era todo.

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