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SABIA DE SOBRA CUAL ERA MI DESTINO desde que esos tipos entraron a mi cuarto, llamado prision, y me tomaron por sorpresa obligándome a extender mi brazo para colocarme un brazalete.
No entendía esa especie de rutina, solamente sabía que estaba forcejeando demasiado buscando safarme de los guardias.
— ¡Sueltenme! — deje salir con rabia. Tire una patada a uno de ellos haciendo que perdiera el aire un poco, poco después se compuso
— ¡Guarda silencio! ¡Iras con los demas prisioneros! — grito el guardia que me sostenía por los brazos, logrando así que no pudiera escapar
—¡¿De qué diablos hablan?! ¡Aún no tengo la mayoría de edad! — proteste, buscando una vez más safarme del agarre del guardia, pero solo logre que me diera una descarga eléctrica provocando que me rindiera
Después de eso me sacaron de mi habitación a regañadientes, dejándome ver como la mayoría de los prisioneros en La caja del cielo estaban siendo igual de sometidos que yo por los guardias del Arca.
Supongo que haber tratado de asesinar al hombre que quiso abusar de mi madre me hacía estar en esta posición.
Los guardias me llevaron hasta una nave donde había muchos más jóvenes en ella. Todos estaban confundidos y con temor notable en el rostro.
Los hombres me sentaron al igual que a los demás, colocando un cinturón color rojo para que no escapara, supongo.
Miraba a mi alrededor con plena confusión y algo de miedo, hasta que vi una cara conocida entre todos, una muy bien conocida para mi.
— ¿Octavia? — pregunte, entrecerrando un poco los ojos. No sabía si en realidad era ella o sólo estaba alucinando con que al menos conocía a alguien en el lugar
— ¡Guli! — la castaña sonrió, como si se tranquilizara
— ¡Dios mio! Al menos te conozco a ti, ¿estás bien? — me encargue de preguntar. Sabía que estar siendo metida en una nave de un segundo a otro no era lo más normal que podía pasarnos
— Supongo. — Octavia apretó un poco los labios formulando una leve sonrisa
La nave se sacudió bruscamente causando que todos en el lugar nos asustaramos un poco.
Después de eso el canciller apareció en una pantalla para dar un mensaje.
— Prisioneros del Arca, escúhenme — pidió él, como si tuviesemos otra opción —. Se les ha dado una segunda oportunidad. Como su canciller, espero que vean esto no como oportunidad para ustedes, sino para todos nosotros, de hecho, para la humanidad misma. No tenemos idea de lo que les espera allá abajo. Si la chance de sobrevivir fuera mayor, habríamos mandado a otros. Van ustedes porque sus delitos los volvieron prescindibles. Sin embargo, si sobreviven...
