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Yunho despertó. Las paredes que lo rodeaban eran de un material extraño y frío, y había una humedad tan intensa que parecía que se encontraba bajo el agua. Se giró para mirar alrededor, y vio que se encontraba en lo que parecía ser una celda, aunque nada lo sugería como tal. El único sonido que llegaba a sus oídos era el de sus propias respiraciones y un acompasado goteo de agua, junto a algún extraño gemido de dolor. Intrigado por el extraño sonido, Yunho se puso de pie con precaución, desorientado por la oscuridad y la falta de iluminación. Su mirada se deslizó a través de la humedad hasta que dio de lleno con la imagen de un hombre mayor sentado en una celda adyacente.

El rostro del anciano estaba arrugado y sucio, mientras sus ojos, que ya no mostraban un brillo de vida, estaban fijos en un punto indeterminado. Su cabello gris estaba empapado en sangre, mientras que su ropa estaba totalmente desgarrada. Aunque estaba mudo, su respiración era irregular y entrecortada, se mecía adelante y atrás como si estuviera a punto de perder el equilibrio. Yunho trató de llamar su atención fallando en el intento, volvió a llamarle viendo como el anciano detenía sus movimientos mirándolo fijamente a los ojos, su expresión rompió el corazón de yunho

—Tranquilo, todo está bien —habló cuidadosamente—¿Como te llamas?

El anciano se levantó agarrando las barras metálicas con las manos llenas de heridas, Yunho observó en silencio la desesperación en los ojos de su prisionero vecino, mientras una sensación fría le subía por la espalda.

—...¡Sáquenme de aquí! —gritó el anciano con un tono quebrado y agudo, roto por el miedo y la desesperación—¡¿Por qué tienen que hacer esto?! ¡Soy demasiado viejo para soportar esta crueldad!

—Por favor, ¡ten calma! —dijo Yunho con un tono apaciguador, aunque su corazón estaba acelerado por el miedo y la inquietud—Te prometo que te ayudaré, todo estará bien.

Sin embargo, el hombre no podía oírlo. El anciano, atormentado, continuó llamando a Yunho, su voz se había convertido en un lamento desgarrador que se mezclaba con las gotas de lluvia que golpeaban las paredes de la celda. En medio del ruido, unos pasos pesados resonaron en la noche, se aproximaban a las celdas. Al punto de mirar hacia afuera, Yunho reconoció a Mingi, quien estaba sonriendo macabramente acompañado de otro vampiro. Mientras su corazón parecía estar en silencio, su mirada era fría y distante.

—Esperaba que fueras menos cruel —mirando fijamente a Mingi con una expresión crispada en su rostro.

Su compañero de sangre estaba alimentado por la sangre fresca y no se movió cuando un grito lastimero llenó el aire. El anciano, quien antes se mecía entre la locura, estaba ahora gimiendo en la celda mientras era brutalmente atacado por el otro vampiro. Mientras el grito del anciano se volvió a un débil gemido, Yunho observó petrificado el cuerpo inerte del hombre derramar sangre sobre el suelo y se estremeció ante la vista.

—Él habría vivido una vida plena —dijo Mingi con una sonrisa—Pero a todos nos llega el final.

Las palabras de Mingi resonaban en el silencio, Yunho se quedó quieto, sin saber qué hacer. Sentía una oleada de emociones que lo dejaban paralizado, pero, a la vez, la adrenalina empezó a enfocar su cuerpo.
Con sus dientes apretados, Yunho miró a Mingi directamente a los ojos.

—¿Por qué haces esto? —murmuró con un tono bajo y tembloroso de ira—¿Por qué tienes que ser tan salvaje?

Mingi se rió cruelmente y respondió:

—Este es el fin de cualquier cazador que se atreve a hacer daño a nuestro clan —continuó Mingi, mientras se acercaba más a Yunho—Tu ira, tu odio, y tus crímenes contra mi clan serán castigados, tú estás siguiendo ese mismo camino.

𝘽𝙡𝙤𝙤𝙙 𝙋𝙖𝙘𝙩 [𝙔𝙪𝙣𝙜𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora